Capítulo XXIV

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—Me ha golpeado.

—Lo he visto. –masculló Axel, sujetándolo de los hombros y llevándolo a la banca más cercana. –Mark, ¿Nos alcanzas agua y toallas para este imbécil?

—Sigue teniendo tanta fuerza como siempre. –comentó Caleb, abriendo y cerrando la mandíbula. — ¿Crees que tenga fractura?

—No creo que seamos tan afortunados. –replicó Axel, observando la herida. El golpe fue directo en toda la mejilla y además de los rasmillones hechos por los anillos, Axel sospechó que solo le quedaría un pequeño moretón. –Mira eso, que desgracia. Creo que vivirás.

—No tuve que haberle dicho tonta. –murmuró Caleb. –Fui un idiota. Es solo que...no habíamos roto hace tanto y ella no mucho después estaba embarazada de Tony y fue como si me olvidara. ¿Cómo pudo hacerlo tan rápido? Y ahí está, jugando a ser una gran señora con su bebé y ejercito de empleados.

Mark llegó con un botiquín de primeros auxilios y una botella con agua. Axel le pidió a los jugadores que les dieran espacio.

—Caleb, te juro que Scarlette jamás había hecho algo así. Ella...

—Me lo busqué. –gruñó Caleb. –Tuve que haber sabido en que iba a terminar si la provocaba. Ella siempre...

—Stonewall, basta. —dijo Axel, abriendo el botiquín de primeros auxilios y entregándole una bolsa de hielo. —No soy tu psicólogo y no voy a pretender serlo. Cállate y déjame curar tu herida.

—Pero por desgracia eres mi amigo. –masculló Caleb. Hizo una mueca al sentir el frio del hielo. –Y yo tuve que soportar todos tus alaridos por Tessa. ¿Recuerdas, Mark?

—Yo no recuerdo nada. –dijo Mark de inmediato.

—Ay, Tessa. –imitó Caleb con voz aguda. —La amo demasiado. La amo más que a mi horrible cara. ¿Qué tiene ese príncipe con cara de imbécil que yo no tenga? Tessa, Tessa, Tessa. Seré su esclavo si me lo pide, estoy muriendo aquí. Voy a morir y llorar como estúpido porque eso me ayudará.

Axel apretó los dientes y sujetó con fuerza el algodón con desinfectante entre sus dedos. Aprovechó que Caleb bajó el hielo para poder burlarse de él y presionó con fuerza en el lugar de la herida, asegurándose de usar el desinfecta de heridas que ardía y dolía.

Caleb siseó entre dientes.

—Bastardo.

—Cierra la boca si no quieres una herida a juego. –advirtió Axel, dando pequeños toques en los rasmillones del rostro para limpiar la sangre.

—La pequeña Whitelaw mencionó algo sobre tu y Tessa. –continuó Caleb –No me digas que has vuelto a suplicarle cariño como un perro faldero a esa sociópata.

La mano de Mark se cerró sobre la de Axel. Él no se había dado cuenta que había cerrado la mano en un puño.

—Creo que yo puedo continuar. –dijo Mark con amabilidad. –Puedes descansar, Axel.

A regañadientes Axel soltó los elementos de primeros auxilios y cambio de lugares con Mark. Pero captó la mirada de curiosidad de Mark tras la mención de Tessa.

Axel se ahorró tener que responder preguntas incomodas gracias a la llegada de un hombre hacia ellos. Era de mediana edad y regordete, estaba sonrojado como si hubiera corrido y llevaba dos papeles en su mano derecha.

—La señora Lovalece ha dicho que lo siente. –dijo el hombre con su mano tiritando.

Caleb sonrió sin ni una pizca de humor.

Redención (Inazuma Eleven-Axel Blaze)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora