Capítulo LII

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Dawson Redwyne se quitó los lentes de lectura y los dejó descuidadamente sobre la mesita de la sala de estar. Sabía que después vendría el gato de Keris para robarlos y luego seria un dolor de cabeza volver a encontrarlos.

Pero Dawson ya lo sabía. Por otro lado, si se preocupó de volver a guardar los documentos del viñedo dentro de la carpeta. Eso no lo podía robar el gato.

Los días se habían vuelto una serie interminable de rutinas. Una y otra vez.

Y las noches, que antaño eran para descansar, también se veían interrumpidas.

Cuando se levantó del sofá, oyó el crujido de sus vertebras.

A los veinticinco años, Dawson Redwyne ya era un jubilado.

—Amor. —se escuchó la voz de Keris desde el corredor.

—Con crema y cuatro de azúcar. —respondió Dawson, sabiendo que era la hora del té. Ya moría por ir a probar de esas galletas que Keris había estado horneando. Su estomago gruñó de anticipación.

Simba, el gato anaranjado de Keris entró ronroneando a la sala de estar y se restregó contra las piernas de Dawson, señal de que el gato también tenia hambre.

Recogió a Simba en brazos y fue haciéndole cariños mientras salía de la salita de estar.

El gato ronroneó entre sus brazos y Dawson sonrió. A veces le fastidiaba esa bola de pelos, pero otras le gustaban tenerlo en casa.

— ¿Ya está la mesa lista? ¿Necesitas ayuda?—preguntó Dawson, entrando a la cocina y sonriendo con anticipación.

Y su sonrisa se congeló por completo cuando vio a Tessa Whitelaw, apoyada en la pared de la cocina y con una mirada mortífera dirigida hacia él. El dorado de sus ojos estaba tan afilado como el oro.

Con Keris, sirviendo tranquilamente las tazas de té, estaba Axel Blaze.

—Tenemos visitas, cariño. —dijo Keris, apartándose un mechón plateado de su rostro sonrojado. Lo miró sonriendo y le dio un beso como saludo. 

Y entonces, Dawson rompió a reír, asustando a Simba por completo. El gato corrió a refugiarse con Keris.

Era un día que estaba esperando desde hace mucho tiempo; volver a ver a su antigua amiga.

—Había oído que estabas en la ciudad, ¿No estabas demorando mucho en venir a visitarme? —saludó Dawson, arrastrando una silla de la mesa y dejándose caer.

—Bueno, al parecer había un secreto con respecto a tu paradero. —repuso Tessa arisca, tomando un asiento en la mesa. Sus rizos marrones los llevaba atados en una coleta descuidada y parecía que de donde sea que había estado, había llegado a toda prisa.

Dawson notó la ropa de Tessa. Jeans rasgados y una remera a tiras. Y un anillo de diamantes y rubí en su mano izquierda.

Una sonrisa burlona tiró de la boca de Dawson.

—Debes tener a Edgard con una arritmia cardiaca si lo acompañas vestida de esa forma. Pero me gusta. Urbano, muy al estilo actual.

Tessa cruzó su pierna sobre la otra y reunió sus manos sobre la mesa. Abrió la boca, pero antes de que pudiese decir algo, Keris plantó dos tazas de té sobre la mesa.

—Imagino que sigue siendo sin azúcar, Tess. —dijo Keris. — ¿Cierto?

—Y sin crema. —acotó Axel, sentándose a la derecha de Tessa con una taza de café en su mano. Axel iba vestido extrañamente formal, pero su ropa estaba arrugada. — ¿Y tú Dawson, sigues tentando al destino para terminar con diabetes?

Redención (Inazuma Eleven-Axel Blaze)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora