Capítulo XXII

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Él hace mucho tiempo se convenció de que Theressa Whitelaw no era especial.

Lo repitió tantas veces, tanto en voz alta como en su mente, que al final terminó creyendo en eso.

Fue la única forma, supuso, de superar aquel breve romance infantil.

Su conexión, su relación, aquella sensación de estar caminando por una capa de hielo delgado con su corazón latiendo desbocado cada vez que solo sus manos se rozaban. Todo eso fue apenas una exageración de sus recuerdos, memorias suciamente y vil corrompidas por efectos hormonales juveniles.

Era imposible, se dijo así mismo por mucho tiempo, sentir todo eso que recordaba. Aquel deseo, esa plenitud, esa añoranza que casi lo consumió fue apenas un juego de su imaginación. Nadie podía sentir eso por solo una persona.

Una persona que no era especial.

El nunca volvió a sentir algo así a pesar de buscar muchas veces. Así que con más fuerza se hubo convencido de que todo aquello fue más producto de su imaginación que otra cosa.

Y en solo un segundo, justo en aquel momento, todos sus argumentos falsamente inventados se derrumbaron bajo la solidez de lo que era y siempre seria, Tess.

Su mente yendo a mil por hora, su pulso desbocado. Esa sensación embriagadora de tener todo y aun así querer más.

Un lugar y solo aquel era donde deseaba estar todo su ser en ese momento. Aquel hormigueo recorriendo su piel, la ausencia de percepción del mundo que lo rodeaba, excepto ella.

Solo ella. En sus labios, en su tacto.

Estaba mareado y dichoso de ella.

Vagamente se preguntó cómo pudo convencerse que sus recuerdos eran inventados, porque en ese momento todo era como el recordaba.

Incluso mejor.

Se apartaron lentamente el uno del otro, Axel Blaze sintiéndose ligeramente temblar.

No tenía palabras. Su mente y sus pensamientos estaban embotados, negándose a funcionar correctamente.

Para su alivio y sorpresa, ella parecía estar igual que él. Sus ojos ligeramente abiertos en sorpresa por lo que acababa de ocurrir y, sin embargo, tenían aquel brillo febril que era reflejo de los ojos de Axel.

Ambos estaban respirando a destiempo, con dificultad.

Axel se sintió profundamente agotado y dejó caer todo el peso de su cuerpo en la pared tras ellos. Su razón y buen juicio parecían haberse auto-otorgado un permiso temporal de vacaciones, porque de pronto él se encontró extendiendo su brazo para rodear a Tessa y acercarla a él.

Tan pequeña, pensó ausentemente. No parecía posible que aquella mujer pudiera hacerlo sentir tales delirios.

Tragó saliva con dificultad.

Qué estoy haciendo, qué estoy haciendo, se dijo así mismo, Qué locura, Axel. Estas a pocos intentos de ser internado en un psiquiátrico.

Su mente le decía que debía irse, encontrar fuerzas de las flaquezas y abandonar aquel actuar demente.

Ella podía manipular hielo y fuego con la facilidad que otros bostezaban.

Ella conocía más armas de las que Axel nunca hubiera imaginado posible.

Ella podía manipular su mente y corazón.

¿Qué le aseguraba que no estaba manipulándolo?

Intentó pensar en eso y falló. Quizás era increíblemente estúpido, pero no creía en eso. Si no, ¿Cómo se explicaría que él siguió sintiendo aquel amor por ella incluso cuando ella estaba perdida y en coma? Lo de ahora era apenas un eco de aquel sentimiento.

Redención (Inazuma Eleven-Axel Blaze)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora