Capítulo XXXIX

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-----------Advertencia de contenido --------

En el siguiente capítulo se presentan escenas con contenido sexual explícito adecuado solo para público maduro. Se recomienda discreción (o saltarlo).


Lo miré descansar, observando los rasgos únicos de su rostro. Las pestañas oscuras tocando sus pómulos, sus labios que podían transformarse con facilidad en la sonrisa más brillante u oscura del mundo.

Deje un beso en su frente un segundo antes de comenzar a desenredarme de él. No despertó en ningún momento de su sueño profundo y pude robar dos prendas de su ropa; un suéter y un pantalón de algodón que serían un remplazo hasta que encontrara mi ropa.

Me deslicé fuera de la habitación, sintiéndome como un fantasma recorriendo ahora el silencioso departamento de Axel.

Miré un poco abochornada las paredes, pensado si existiría un buen aislante de ruidos o de lo contrario no querría jamás conocer a los vecinos de Axel.

Avancé a la cocina en pasos silenciosos y me senté en uno de los taburetes de la cocina mientras esperaba pacientemente el agua caliente de la tetera. Observé por la ventana del departamento el atardecer inminente de la ciudad, la mayoría de las luces de los edificios cercanos estaban apagadas y casi ningún auto recorría las calles vacías. Faltaban al menos tres horas para la hora de la cena, era un acierto haber acordado reunirnos antes.

Apoyé mi mentón en mi mano mientras oía a Axel acercarse.

Lo miré por el rabillo del ojo y levanté una ceja.

Parecía extraño saludarnos después de todo lo ocurrido.

— ¿Quieres café? —pregunté.

El observó mi mezcla de ropa un poco atónito, pero asintió. Caminó hacia la alacena y tomó dos tazas gemelas.

Luego, bajo y abrió un mueble de donde recuperó una bolsa de café junto a la cafetera. Dejó caer los granos molidos de café en la cafetera, sujeté la tetera chirriante y apagué la llama. Sosteniendo el asa con ambas manos, rellené la cafetera y luego Axel la cerró.

Dejé otra vez la tetera sobre la cocina y ambos esperamos que el tiempo pasara para que el café estuviera listo.

— ¿Estas bien? —preguntó entonces Axel con la voz ronca.

Lo miré con curiosidad.

—Claro. —confirmé. — ¿Tú?

El asintió secamente mientras servía el café en ambas tazas. Me entregó una, pero sus dedos no se apartaron de la taza. Sus ojos marrones me observaron.

— ¿Te arrepientes?

Rodee la taza con mis dedos, más caliente de lo que me gustaba. Lo mire sin intentar ocultar mi sorpresa. ¿El acaso...?

— ¿Tu sí? —inquirí. Cielos, que vergüenza. De pronto sentí el impulso de soltar la taza e irme de ahí muy rápido.

—No. —replicó de inmediato, deteniendo el frenesí de mis pensamiento. —Claro que no. Es que...—el tragó saliva. —...pensé que te habías ido. Desperté solo, tan aturdido y perdido que no estuve seguro si lo había soñado o tú me habías abandonado. Fue un alivio encontrarte aquí.

—Oh.

El soltó la taza y yo la rodee con mis manos, apoyando mi cadera contra la encimera. Lo miré por entre la nube de vapor del café.

Redención (Inazuma Eleven-Axel Blaze)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora