Capítulo XLIV

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Estaba sin palabras. Me volví para mirar a Axel, sintiéndome anonadada.

Él apoyó su cadera contra el marco de la puerta y cruzó los brazos bajo se pecho con aire despreocupado. En jeans y remera con aire casual y su cabello cayendo lacio sin peinar.

Sus ojos eran un misterio, pero podía ver el tono de preocupación que estaba tratando de ocultar.

— ¿Qué piensas, Tess?

Me sentía extrañamente sin fuerzas, como si hubiese luchado durante horas y de alguna forma toda mi energía hubiese sido consumida. Me senté a los pies de la cama de Axel.

¿Qué podía pensar de que Axel Blaze hubiese ocupado gran parte de su tarde para remodelar su habitación para darme un lugar?

¿Qué él hubiese comprado ropa de mi talla y luego la guardase en sus muebles?

¿Qué hubiera comprado un tocador de mujer con maquillaje y lo hubiera puesto en la esquina de su habitación donde llegaban los primeros rayos de luz del día?

No era el dinero que pudo haber gastado lo que provocaba un nudo en mi garganta. Era el hecho de que hubiese escogido un pantalón de pijama con un sol sonriente bordado y que al tacto era impensablemente suave y felpudo.

También era el hecho de que hubiese dejado un cepillo de dientes nuevo justo al lado del suyo.

Eran los trazos de una vida normal que me prometía, era la sinceridad y la determinación de Axel por cumplir su palabra y extenderme la mano para que me quedara a su lado hoy, mañana y siempre.

—Puedo cambiarlas a la habitación de invitados si prefieres. —añadió Axel, comenzando a ponerse nervioso por mi silencio y malinterpretándolo. Vi como tragaba saliva y balbuceó torpemente. — Solo quiero que sepas que, si deseas quedarte, aquí tienes un lugar. Conmigo siempre tendrás un lugar. Nunca dudes de eso. Dime que piensas, Tess. ¿Es demasiado?

Sentí mi piernas temblar. Ni un golpe o insulto pudo haberme afectado a ese nivel. Mi corazón bombeaba con fuerza.

El amor de Axel era honesto y directo, me dejaba aturdida. Sin defensas donde esconderme, sin lugares donde refugiarme.

—Pienso que debiese dejarte más veces plantado si reaccionas así.

El rodó sus ojos, ignorando mi broma. Se apartó del marco de la puerta y avanzó en la habitación hasta sentarse a mi lado. Su hombro rozó el mío, pero no hizo ademan de abrazarme como si deseara darme el espacio suficiente, pero su olor y presencia me lleno por completo. Si cerraba los ojos, él estaba en todas partes.

—Gracias. —dije, recuperando mi voz. —Muchas gracias, Axel. No sé que decirte. ¿Realmente me estás invitando a vivir contigo? ¿Me quieres ver todos los días, saber que ronco a veces y hablo entre sueños otras tantas? ¿Estás dispuesto a eso? ¿A que Nehalennia te despierte a las seis de la madrugada para pedirte comida si es que yo sigo durmiendo?

Estaba tratando de pensar en más defectos, intentado convencerlo que yo no era una buena apuesta. Nunca había sido buena para nadie, ¿Verdad? Mi sola presencia traía dolor y desgracia. Incluso él había sido afectado por aquello en el pasado.

¿Por qué querría tenerme cerca de él? ¿Por qué me elegía si al final ambos sabíamos que yo no valía la pena?

Él se inclinó para besar mi mejilla y fue como si con eso callara a cada uno de mis demonios inquietos y finalmente me abrazó contra su cuerpo. Cada centímetro de mi cuerpo adaptándose al refugio que me ofrecía, al calor que se extendió por su piel.

Su voz fue solida y al mismo tiempo hecha de sueños y promesas.

—Totalmente dispuesto. —aceptó. –Si tu también aceptas que a veces también puedo roncar y que irremediablemente me comeré el último trozo de pastel. Que me cuesta mucho despertar en la mañana y deberás tenerme paciencia en ese aspecto porque dejo mil alarmas para al final levantar una hora después. Y si comenzamos a ver una serie juntos no perdono fácilmente que adelantes capítulos sin mi ¿Estas dispuesta, Tess?

Redención (Inazuma Eleven-Axel Blaze)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora