Capítulo XXVIII

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Al final resultó que Vesta si me sedó.

La noche transcurrió entre fiebre, delirios y temblores. Despertaba sudando de pesadillas y alguien estuvo ahí, dándome pequeños sorbos de agua y secándome el sudor del rostro mientras yo entraba y salía de la inconsciencia, como sumergir la cabeza en el agua y volver a sacarla.

Soñé con Iwan, sus manos que terminaban en garras negras que me alcanzaban.

Soñé con ríos de sangre que salían de mis manos.

Soñé con cadenas de oro y diamantes.

Y entonces, pude despertar. Saliendo a flote, tragando una gran bocanada de aire y buscando a tientas el vaso de agua junto a la cama de la enfermería.

Una mano tibia rodeó mis dedos y la guio hacia el vaso.

—No bebas muy rápido. —advirtió Axel.

La enfermería estaba a oscuras, pero podía ver su rostro iluminado por un tenue rayo de luz de luna. Sentado y cruzado de brazos, con la camisa de su traje de noche manchada de sangre y arremangada hasta los codos.

Llevé el vaso de agua a mis labios y empujé el agua, sintiendo que caía por los bordes de mi boca y se derramaba. Bebí como si mi vida dependiera de ello.

Intenté dejar el vaso otra vez en la mesita, pero algo tiró de mi brazo. Vi la intravenosa conectada a la bolsa de sangre y a una bolsa de suero.

— ¿Qué hora es?

—Las siete de la madrugada. —respondió Axel. —¿Cómo te sientes?

— ¿Has estado toda la noche aquí?

— ¿Por qué no lo estaría?

Tragué saliva. Se me ocurrían muchas razones, pero no quería mencionarlas.

—Gracias. De verdad.

—No me has respondido. ¿Te sientes bien? ¿Necesitas...?

Tiré de la manta hacia atrás.

—Quiero ir al baño. —admití. —Voy a...

Axel me levantó de la cama en brazos.

—Tienes que llevar la bolsa de suero y sangre. Sujetalas con la mano contraria y trata de mantenerlas elevadas.

Respiré hondo.

—Creo que puedo caminar.

—Tengo entendido que tendrás una herida profunda en tu pierna que comenzará a sangrar al mínimo esfuerzo. Y estas sin tu aura por al menos cuatro días, por lo que sentirás todo el dolor sin poder sanarte.

Cuatro días. El tiempo necesario para que se regenerara mi propia sangre y no la de otros.

Que extraño era sentir ese pequeño espacio en blanco de mi atención. Su ausencia era demasiado aplastante.

— ¿Sabes dónde está el baño? —pregunté, sintiéndome un poco ridícula al estar en sus brazos con dos bolsas de líquidos conectadas a mi cuerpo.

Alguien me había puesto ropa de dormir de algodón blanco. Un pantalón y una remera que caían holgadas, pero Axel todavía olía a humo y seguía usando su traje de la noche anterior.

— ¿No sabes donde esta el baño? —me preguntó, deteniéndose.

—Esta a la salida de la enfermería, primera puerta a la derecha. —murmuré, algo rendida. —Tienes claro que no te dejaré acompañarme, ¿Verdad?

—Puedo esperar afuera.

Reprimí otro suspiro.

Porqué claro que entre las metas de mi vida estaba que Axel Blaze me escuchara hacer pis.

Redención (Inazuma Eleven-Axel Blaze)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora