Deje que el aire entrara lentamente, relajando mis manos alrededor de la empuñadura de la daga.
La adrenalina de un posible enfrentamiento comenzó a latir dentro de mi sangre y fue avanzando por todo mi cuerpo, desplazando cualquier cosa que pudiera distraerme, incluyendo los miedos y el dolor.
Otra vez respire muy hondo, aspirando el aire frio de la noche.
Era eso lo que buscaba. El olvido momentáneo que una pelea podia darme.
Extendí otra vez mi aura a mi alrededor, alrededor de las carpas.
Alrededor de Axel Blaze.
—Quédate quieto. —ordené tajantemente. —No te muevas. No hables.
Deje que la luz que llegaba a todo el campamento se curvara y se desviara. Mi aura casi ronroneo por darle al fin un uso más complejo que los escudos de los alrededor.
Fuera quien fuera el intruso, no podría ver nada.
Habia enviado una capa de invisibilidad y silencio sobre todo y todos.
Era el último escudo de protección que siempre tenía listo cuando cuidaba de un grupo grande de personas.
Mi músculos comenzaron a picar por la tensión, pero me quede quieta y esperando, lista para quien sea que se estaba acercando.
Oí un aplauso desde las sombras del bosque y me volví hacia allí.
Conté otra vez mis armas, recorriendo con la mente cada lugar oculto en donde las llevaba. Cada una, recitando por ellas como si se trataran de cada ángel que habitaba en los cielos.
Una risa baja se elevó desde la sombras.
—Me he demorado casi un minuto entero en destruir esos escudos. Felicidades, princesita. Has mejorado desde nuestra última vez.
Entonces un hombre se asomó de entre las ramas más bajas de los árboles y solo entonces lo reconocí.
El fuego saco reflejos plateados de las armas que llevaba sobre él. Vi el cabello rubio perfectamente peinado hacia atrás, sin ningun cabello que cayera fuera de lugar. Alto como cualquier hombre escandinavo, de espaldas anchas y brazos fuertes.
Dio pasos largos y seguros al entrar al claro.
Sus botas tuvieron que haber producido algún ruido al hundirse en la tierra, sus ropas tuvieron que haber susurrado cuando se movió. Todo el metal que llevaba sobre el tuvo que haber emitido un tintineo.
Pero el silencio lo rodeaba como algo casi físico.
Él se detuvo frente a mí. Tan alto como una montaña, tan solido como la tierra que pisábamos.
Bajó sus ojos verdes enfáticamente hacia mis armas.
—¿De verdad quieres pelear?
Sus labios se torcieron en una sonrisa espeluznante. Tan ajena de sentimientos como si él ya no recordara lo que eran.
Dejé ir el aire que estaba conteniendo y volví a guardar las armas a su lugar con reticencia, dejando también ir el truco del aura que habia sostenido sobre el campamento.
Dante Averno miró a nuestro alrededor con esa sonrisa capaz de hacer correr a cualquier hombre o mujer en dirección contraria.
—Que desastre has armado. —murmuró. Sus ojos cayeron sobre mí, sobre mi rostro. — ¿Ya estabas llorando de desesperación? Tan joven y tan tonta como siempre.
— ¿No era más fácil simplemente avisarme que estabas aquí en vez de destruir mis escudos? —repliqué, ignorando su comentario. —Me tomaron horas.
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Redención (Inazuma Eleven-Axel Blaze)
Fanfic[Segunda temporada de El torneo (Inazuma Eleven-Axel Blaze)] Dicen que el humano es un ser para la muerte. Lo que no dicen es lo que encontrarás en tu camino hacia la muerte. Nacemos, crecemos, disfrutamos de nuestro pequeño momento de vida e inevit...