Capítulo VI

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Abrí el sobre de proteínas deshidratadas y lo disolví en la botella de agua.

El agua transparente se tornó se un horrible tono grisáceo que me hizo torcer el gesto.

Me obligué a beberlo todo.

No podia pasar otro día sin comer ni dormir. Mi aura era fuerte para mantener mi cuerpo, pero para que lo mantuviera, debía existir un cuerpo.

Crucé mis tobillos mientras esperaba. Al menos, ya me habia desecho de ese ridículo vestido. Me sentía cómoda y segura en el uniforme negro de los siglos.

Levanté mis ojos, otra vez revisando el aeropuerto. Era una costumbre que habia aprendido de malas formas. Siempre revisar el lugar en el que estabas. Contar cuantas personas entraban, cuantos salían y mantener un ojo sobre los que actuaran sospechoso.

Era una buena forma de matar el tiempo mientras esperaba al grupo de compañeros que regresaban a medio oriente y que me pasarían a recoger de paso en uno de los pequeños aviones que les pertenecían a los sigilos.

Solo media hora y seria todo.

Nehalennia acomodó su cabeza sobre mi regazo mientras la acariciaba.

Al menos, Edgard podría respirar tranquilo por un tiempo con la declaración de Mark. Era todo lo que me importaba.

El celular que habia conseguido en una tienda esa mañana vibró en uno de los bolsillos de mi pantalón. Nia bostezó mientras yo respondía la llamada.

¿Qué demonios habia ocurrido?

— ¿Qué ocurre, Scarlette?

Escuché la respiración de alguien a otro lado de la línea.

— ¿Scarlette? —pregunté otra vez.

—No.

Mi espalda se enderezó de golpe al reconocer esa voz. Nia levantó su cabeza, atenta a cualquier posible orden.

No era posible.

— ¿Gene? —probé con la voz débil.

¿Genoveva?

¿Qué estaba haciendo aquí?

—Vuelve al instituto. Te-te necesito.

Y cortó la llamada.

Mis alarmas se encendieron.

Sentí un ruido blanco en mi cabeza mientras trataba de devolver la llamada.

Pero el celular estaba apagado.

En media hora mi avión saldría de Japón. Calculé que me tomaría veinte minutos en un taxi desde el aeropuerto al instituto Raimon.

Era irme o volver a descubrir que habia sucedido con mi hermana menor.

La decisión fue instantánea.

Con un gruñido, colgué mi mochila a mi hombro y corrí hacia la salida.

¿Qué demonios hacia Genoveva en Japón?

Si Scarlette se habia atrevido a hacerle algo...

No, ella no seria capaz de dañarla. Entonces, ¿A que iba todo esto?

Mientras detenía un taxi, hice un repaso mental de mis armas que llevaba en el uniforme por si necesitaba ocuparlas.

Le abrí la puerta a Nia para que entrara en el asiento trasero.

— ¡Hey! —gritó el chofer. —Perros no, de ninguna...

Le arrojé un pequeño fajo de billetes.

Redención (Inazuma Eleven-Axel Blaze)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora