Capítulo XV

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Durante cinco segundos, mucho más tiempo del que le hubiera gustado a Axel, se quedó mirando el perfil de Theressa. Sus manos pálidas creando las formas que sus palabras ordenaban, con diplomacia y educación.

Era ver y no ver al mismo tiempo a la muchacha que habia conocido y quizás amado.

Era ella en la forma en que su espalda se mantenía tozudamente erguida, su barbilla en alto y su voz...

Ni siquiera podia entender como no la habia reconocido desde el primer momento. Incluso en japonés, su voz navegaba sobre las letras y palabras cuidadosamente, con ese acento que la llevaba a acentuar algunas palabras más que otras. Ella acariciaba cada idioma con su lengua.

Axel se enfocó en las diferencias. En aquellos mechones rubios y finos, en la expresión severa de su rostro demasiado anguloso por la delgadez subyacente.

En las cicatrices pálidas que recorrían sus nudillos, como ligeras imperfecciones.

—Supongo que ha quedado claro. –dijo Tessa, dando por finalizada las instrucciones sobre cómo retirar el dinero y con quien hablar.

Axel no se movió de su lugar, con una falsa actitud relajada apoyándose contra la barra de la cocina, presionando suavemente una bolsa de hielo contra su rostro, justo en el lugar donde ella lo había golpeado.

—Absolutamente. –respondió el antiguo jugador.

No, era un vil mentiroso. Apenas había captado lo más esencial del asunto y podía apostar cualquier cosa que estaba olvidando detalles importantes.

El quería discutir ideas, quería proponer proyectos sobre lo que harían con ese dinero. Ver diferentes planes desde distintos ángulos.

Necesitaba oírla debatirle sus ideas para poder elegir el camino correcto. Su mente y la suya podrían conseguir encontrar más soluciones de las que Axel podría imaginar por sí mismo.

Antes de que pudiera desechar los últimos resquicios de dignidad que colgaban débilmente de su cuerpo y rogarle a ella su ayuda para salvar finalmente el mundo del fútbol, Tessa se levantó de la mesa de la cocina y le arrebató cualquier opción de reanudar la conversación.

—Entonces no tengo nada más que hacer en un lugar en el que no soy bienvenida.

Axel apenas había logrado abrir la boca, cuando ella ya había girado sobre sus talones y cruzaba la puerta de salida de su departamento. Sin nada de ruido, sin ni siquiera una última mirada.

Lo único que quedo de ella fueron unas cuantas hojas llenas de letras y garabatos hechos con su mano sobre la pequeña fortuna que dejaba en manos de Axel Blaze.

El gruñó cuando alejó la bolsa de hielo. Apenas sentía su rostro por el frió.

Estaba malhumorado, sentía aún el sabor del vino en su boca y le estaba costando bastante esfuerzo no ir al baño a cepillar con fuerza su lengua para que ese sabor se fuera finalmente.

Se dejó caer en el asiento que Tessa había ocupado. Ni siquiera había dejado algún olor a perfume tras de sí. Axel recordaba la vanidad de la muchacha, las horas que pasaba en cuidar hasta el más pequeño detalle de su apariencia. Maquillaje, vestimenta, peinados y sin duda un montón de litros de cremas y perfumes.

Y lo único que quedaba de aquella chica que cuidaba tantos sus modales, era la letra curvada y perfecta que había dejado sobre las hojas.

Axel de pronto quiso romper muchas cosas.

La gente cambiaba cuando sufría, el sin duda lo sabía de primera mano.

Además, ella lo había elegido. Ella era la única responsable de cada una de sus decisiones que la habían llevado a donde estaba.

Redención (Inazuma Eleven-Axel Blaze)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora