Capítulo 11 | Lauren

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-Lauren-






Aprieto las muñecas de Camila. No soy consciente de qué pasa a mí alrededor hasta que escucho el sonido del vidrio quebrándose. Alzo la vista y veo como cubre su rostro con las manos antes de cerrar mis ojos con fuerza. Cuando los abro, aparezco dentro del coche del entrenador.

Las luces del tráiler me ciegan y luego viene el impacto. Grito con todas mis fuerzas, pero nadie puede escucharme. Ni siquiera yo misma soy capaz de escuchar lo que digo. La opresión dentro de mi pecho es tan grande, que no puedo respirar.

La escena cambia con brusquedad y aparezco en una habitación blanca completamente iluminada. Camila está ahí y la sangre gotea de los cortes hechos por el florero. Luce decepcionada. Triste…

Dice algo, pero no puedo escuchar nada. Se gira sobre sus talones y avanza por el corredor mientras que las luces van apagándose detrás de ella.

El pánico se arraiga dentro de mi cuerpo cuando escucho las voces a mí alrededor. Los susurros empiezan y me aovillo en el suelo mientras cubro mis oídos con mis manos, pero las voces no cesan…

—Lauren —un susurro dulce irrumpe en el incesante sonido de las acusaciones de las demás voces—. Lauren, despierta.

Mis ojos se abren de golpe y me encuentro de frente con la mirada aterrorizada de Camila. No sé en qué momento llegué al suelo. No sé en qué momento empecé a llorar. Estoy aturdida, confundida y no puedo respirar.

Me doy cuenta, entonces, que me encuentro en la sala del departamento. Camila está arrodillada delante de mí y palmea mi rostro con sus manos cálidas, pero me siento enferma. La imagen de ella en mi sueño, me azota con fuerza ahora que está delante de mí, así que me levanto de golpe y me tambaleo hacia el baño.

Quiero vomitar, pero milagrosamente logro retener la comida dentro de mi cuerpo. Mi cuerpo se estremece debido a las arcadas que me invaden, pero sigo sin poder respirar. Esto es humillante. No se supone que pasara esto. No con ella aquí.

—Aquí… —la voz de Camila suena a mi lado y me siento aún más humillada. No quiero que me vea de ésta manera. No quiero que me vea así de débil y acabada.  

La desesperación y frustración se entremezclan en mi cuerpo. Trato de hablar, pero apenas puedo respirar. Me obligo a inhalar profundo, pero el aire no entra a mis pulmones. Estoy entrando en pánico.

— ¿Lauren? —El miedo se filtra en el tono de su voz—, ¡Lauren, respira!

La miro de golpe y palidece de inmediato. Sé que luzco patética y aterrorizada.

— ¡Dios! —exclama y se acerca, pero me retiro. No quiero que me toque. No quiero que me mire así. Quiero que se vaya. Ella tiene la culpa de todo esto. Ella es la culpable…

Trata de llegar a mí una vez más, pero rechazo su toque.

—N-No —jadeo, pero pronto me encuentro recargada contra la pared mientras respiro con dificultad. Ella se sienta a horcajadas sobre mis piernas y toma mi rostro entre sus manos.

—Respira conmigo —inhala profundo, pero no puedo concentrarme en nada. Estoy aterrorizada—. ¡Lauren, tienes un ataque de pánico!, ¡respira conmigo!

Inhala de nuevo y trato de imitar sus movimientos. Exhala, pero no funciona. No puedo respirar. Mis dedos se clavan en la piel de sus muslos. Sé que la estoy lastimando, pero necesito aferrarme a algo ahora mismo.

Vuelve a respirar profundo y la sigo. Ésta vez, un poco de aire entra en mi sistema. Inhalo junto con ella una vez más, y poco a poco mis pulmones van llenándose de aire.

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