Capítulo 33 | Lauren

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-Lauren-


Golpeo el saco de boxeo con mis puños cubiertos por los guantes. La adrenalina invade mi torrente sanguíneo con cada golpe que atesto contra el material duro y firme; mis músculos queman debido al esfuerzo; la camisa se me pega al cuerpo debido al sudor, y mi respiración es agitada.

No tenía ni idea de cuánta condición había perdido hasta ahora. Hace casi un mes fui con un especialista en traumatología y ortopedia para pedir una segunda opinión respecto a la situación de mi cadera. Tras una serie de caros análisis y pruebas físicas, dijo que existen posibilidades de que pueda volver al box.

Sugirió que empezara con un entrenamiento suave para ver cómo lo resiente mi cadera y, dependiendo de cómo vaya evolucionando y cómo me vaya sintiendo, se decidirá si puedo o no retomar el deporte o no.

Hasta hace unas semanas, boxear de nuevo era algo impensable; y ahora que puedo tocarlo con las yemas de mis dedos, no estoy segura de cómo sentirme.

Una parte de mí se siente plena y completa; y otra, se siente incómoda por las consecuencias que ha traído toda ésta situación a mi vida.

Mi familia está completamente en contra; Dave tampoco está feliz con la idea, pero dice que, si eso me hace feliz, va a apoyarme. Dinah, por otro lado, se puso furiosa. Me envió un mensaje de texto kilométrico, diciéndome que era el ser humano más idiota en la faz de la tierra, y que iba a echar a perder absolutamente todo lo que he logrado.

He tratado de razonar con ella, pero es imposible. Está tan cerrada a escuchar, que no entiende que la decisión no está tomada aún. Necesito hacer las cosas bien por una jodida vez en mi vida, y ésta decisión es una que no debo tomar pensando solo en mí. Hay gente a mi alrededor que está preocupada por mi bienestar.

Nadie, a excepción de Camila, me apoya. Ella, sin embargo, tampoco está muy feliz con la idea. Se nota a kilómetros de distancia la incomodidad que siente cada que hablamos de mis entrenamientos o de mis citas médicas; pero no ha hecho otra cosa más que decir que me ama y que, pase lo que pase, va a apoyarme.

No sé cómo sentirme al respecto. De todas las personas que conozco, Camila es la última que pensé que lo tomaría así de bien. Hace más de un año, regresar al box después de una mala pelea, nos costó la relación; y ahora está aquí, apoyándome a pesar de lo mucho que detesta que haga esto.

Hace una semana, vino Chris a hablar conmigo y, cuando le dejé en claro que no era algo seguro, pareció relajarse. Él y Camila pasaron horas hablando todo ese fin de semana, mientras yo iba y venía del gimnasio y el consultorio médico.

Sea lo que sea que ella le haya dicho, parece haber calmado los nervios de mi hermano. Lamento no poder decir lo mismo respecto a ella; quien cada vez luce más nerviosa. No hemos discutido para nada, pero no se necesita ser un genio para saber que no está del todo tranquila.

No sé cómo va a tomar lo de la pelea que tengo programada para dentro de dos semanas. Lo hablé con el doctor en mi consulta pasada y, debido a la buena respuesta de mi cuerpo, ha aceptado que lo haga. De esa pelea van a depender muchas cosas, y no estoy muy segura de estar lista para ella.

— ¡Jauregui! —La voz a mis espaldas, hace que me detenga por completo y mire por encima del hombro. El señor Freeman, el dueño del gimnasio donde entreno y trabajo, está detrás de mí y lleva una sonrisa satisfecha pintada en el rostro. Pareciera que verme entrenar lo llena de orgullo, lo cual me parece absurdo. Hace un gesto en dirección a la entrada principal, y dice—: Te buscan en la entrada.

Cuando mi mirada viaja hasta la puerta, mi corazón da un vuelco furioso. Camila está ahí, con la mirada fija en su teléfono celular y el bolso que suele utilizar para ir a la escuela colgado en el hombro.

SálvameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora