-Camila-
Dinah está más entusiasmada que yo por los acontecimientos de mi cita con Lauren, y eso ya es demasiado qué decir. Si creía que yo era una idiota eufórica, ella me ha demostrado que soy un hombre de nieve a su lado.
— ¡No se les ocurra ponerse todas idiotas!, ¡soy capaz de asesinarlas a los dos! —chilla, mientras me arreglo para ir al trabajo.
Apesta tener que trabajar en domingo, pero me consuela el hecho de saber que veré a Lauren al salir.
No sé cómo sentirme respecto a lo que ha pasado entre nosotras últimamente. Una parte de mí desea ir más lento. Las cosas entre nosotras están dándose a mil por hora, pero se siente tan bien, que no puedo evitarlo; cuando me doy cuenta ya estoy entre sus brazos, embriagada por sus besos.
Es fácil olvidar todo lo ocurrido en el pasado cuando hace que todo dentro de mí se funda con sólo una mirada.
—Prometo poner de mi parte para que eso no suceda —digo, mientras tomo mi bolso para hacer una última revisión del contenido. Me cercioro de llevar mis llaves, mi teléfono y un cárdigan por si hace frío más tarde.
— ¡Eso espero! —me dedica una mirada exasperada—. Más les vale hacer las cosas bien ahora. O juro que voy a…
— ¡Ya entendí! —la interrumpo. No puedo evitar rodar los ojos al cielo, pero no dejo de sonreír como idiota—. Prometo darle todas tus advertencias.
Ella lanza su almohada directo a mi cara, pero la atrapo al vuelo. Prometo llamarla una vez que esté con Lauren antes de despedirme y salir de la habitación.
Camino hasta la parada del autobús con los auriculares de mi teléfono sonando con Everything de Lifehouse a todo volumen.
Nunca entendí la letra…, al menos no hasta hace poco. No entendía cómo alguien podía escribir una canción tan profunda acerca de su amor por alguien más. Era como escuchar acerca de esa clase de amor que sólo lees en libros o ves en películas. Siempre creí que era algo que no podía sentirse realmente. Una fantasía creada por una persona que cree estar enamorada. Una mentira acerca de lo que es el amor de verdad. Algo utópico e inalcanzable…, y entonces, llegó Lauren Jauregui a mi vida.
Comprendí que el amor no tiene sexo, no tiene etapas, ni formas y maneras de vivirse. A veces, es intenso, arrebatado, desesperado y demoledor. Otras, es dulce, callado, tranquilo y acogedor… Me atrevo a decir que he experimentado todas ellas a su lado.
He llegado al revelador punto de mi vida en el cual, ésa canción que no comprendía del todo, toma sentido. He llegado al punto de mi vida en el que sé que no voy a amar a nadie con tanta intensidad, porque ésta clase de amor no se siente dos veces. Porque soy afortunada por ser capaz de sentirlo y ser correspondida…
Una sonrisa tonta se dibuja en mis labios y saco mi teléfono para teclear un mensaje de texto:
“Buenos días. Sólo quiero que sepas que estoy pensando en ti.”
Dudo unos instantes antes de enviarlo al número de Lauren. No estoy muy segura de cómo va a reaccionar. No quiero que piense que soy una chica necesitada de afecto o algo por el estilo. La vergüenza me invade sólo al imaginar cuán cursi voy a lucir ante sus ojos, pero ya está hecho. Lo he enviado y no puedo remediarlo.
No me sorprende que no responda de inmediato. Es muy probable que siga durmiendo. Yo lo estaría si no tuviera que trabajar.
Mi teléfono no suena con una respuesta hasta después de la hora del almuerzo; pero no leo el mensaje en ese momento, ya que el restaurante está atestado de gente. Me tomo unos minutos para leerlo en una escapada rápida al baño.