Capítulo 34 | Camila

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-Camila-


Apenas soporto estar en mi propio cuerpo. La ansiedad y el nerviosismo hacen estragos en mi sistema, pero no puedo hacer nada para aliviar la sensación enfermiza que siento en éste momento.

La pelea de Lauren es en treinta minutos y estoy aquí, con mi mejor amiga, esperando la llegada de Chris para entrar al domo.

La calle es un caos. Hay dos filas de gente: una en la taquilla, y otra en la entrada del lugar. Casi todos los asistentes son universitarios. Unos cuantos más, han venido desde Manhattan para apoyar a la contrincante de Lauren.

Los autos tocan sus bocinas una y otra vez, como si eso fuese a hacer que el tráfico cediera; la gente habla y especula acerca de los motivos que tuvo Lauren para dejar el box, y no puedo evitar querer pedirles a todos que se callen.

Mi vista se detiene una fracción de segundo en un cartel que sostiene una chica, el cual cita: “Halsey te guía Lauren”.

Sé que todo el mundo sabe acerca de ese accidente, pero hacer ese tipo de carteles me parece de muy mal gusto.

Quiero ir ahí y arrancar la cartulina de sus manos para tirarla a la basura. La gente a veces no comprende la magnitud del peso que tienen las palabras en una persona; y, si Dinah llega a ver ese cartel, va a ponerse muy mal.

No está feliz con todo esto. A decir verdad, está furiosa. Vino porque le rogué que me acompañara, pero no habla con Lauren desde que empezó a entrenar en forma. Cuando supo de esta pelea, se puso como loca. Me dijo que era una idiota por apoyarla; que debí decirle que la dejaría si volvía a pelear, y que si algo llega a sucederle, será por mi culpa.

Entiendo cómo se siente. De cierta manera, culpa al box por la muerte de Halsey. Si no hubiesen ido a esa entrevista con ese agente, quizás aún estaría aquí. Sin embargo, no puedo evitar sentirme herida por su comportamiento hostil.

—Si va a venir, ¿cierto? —dice mi amiga, mientras mira el reloj de su teléfono. No hay que ser un genio para darse cuenta de que está enojada.

—Lo hará —trato de sonar tranquila, pero su estado de ánimo me pone los nervios de punta—. Dijo que estaba cerca cuando le llamé.

—Hace veinte minutos —escupe, con coraje.

— ¡Dale un descanso, mujer! —La miro con exasperación—, hay mucho tráfico. Es la pelea de su hermana, por supuesto que va a venir.

Dinah se cruza de brazos y masculla algo que no soy capaz de entender. Me digo a mí misma que debajo de toda esa hostilidad, se encuentra mi amiga. Que sólo está asustada, y que no puede lidiar con ese sentimiento. Dinah no está acostumbrada a sentir miedo, y es por eso que trata de ocultarlo con un manto de agresividad sin sentido.

Fijo mi vista en la calle y me paro sobre mis puntas, en un intento fallido de buscar el rostro de Chris entre la gente. Mi teléfono empieza a sonar una vez más, y respondo sin mirar el identificador.

— ¿Si?

Ya estoy aquí —la voz de Chris inunda el auricular—¿dónde estás?

—Ve a la taquilla. Ahí te encuentro —digo, y finalizo la llamada.

Cuando me giro para anunciarle a Dinah que Chris está aquí, me doy cuenta de que está caminando en dirección a la taquilla. Tomo una inspiración profunda, y me repito -otra vez- que Dinah sólo necesita tiempo para calmarse. Sólo le ruego al cielo que lo haga pronto, porque no voy a poder soportar otro minuto más con ella comportándose así.

Me apresuro para alcanzarla a mitad de camino. Estoy a punto de hacer un comentario sarcástico respecto a su manera tan sutil de dejarme hablando sola, cuando lo miro.

SálvameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora