Capítulo 41 | Camila

2K 195 9
                                    

7/10 PARA EL FINAL



-Camila-




El incesante pitido agudo invade la bruma de mi sueño, pero no puedo abrir los ojos. No puedo moverme. No tengo la fuerza suficiente para hacer que los músculos de mi cara reaccionen, y así poder mover mis párpados para mirar alrededor.

Se siente como si estuviese debajo del agua. Todo pasara con una lentitud insoportable. Mi garganta duele, mis extremidades pesan, cada respiración se siente como un puñetazo en el estómago, y todos mis músculos se sienten agarrotados y tensos.

Tengo mi boca seca, y el frío cala dentro de mis huesos. Mi cabeza palpita tan fuerte, que apenas puedo soportar el aturdimiento que esto me provoca y, al mismo tiempo, se siente como si flotara.

Los zumbidos mecánicos invaden mis oídos, y el dolor aumenta poco a poco conforme voy siendo consciente de lo que sucede a mí alrededor. Todo parece gritar dentro de mi cabeza y lo único que quiero es que el mundo entero se calle. Lucho contra el adormecimiento, pero apenas puedo mover mis globos oculares por debajo de mis párpados.

Empiezo a desesperarme. Empiezo a asustarme…

—Oh, Dios mío… —el susurro de la voz familiar, trae un poco de paz a mis nervios alterados. Sin embargo, no puedo ponerle un rostro al timbre conocido.

Mis dientes se aprietan con fuerza y concentro todas mis energías en la simple tarea de abrir los ojos.

La luz cegadora me golpea cuando lo hago. Parpadeo una y otra vez para luchar contra las lágrimas; mientras trato de acostumbrarme a la intensa iluminación. Mi rostro duele… literalmente, duele con cada abrir y cerrar de mis ojos.

La inmovilidad de mi cuello limita mi campo de visión, y el miedo invade mi cuerpo en el momento en el que me doy cuenta de cuánto duelen mis pulmones con cada calada de aire que entra en ellos. Ni siquiera puedo llenarlos completamente.

— ¿Camila? —El susurro tembloroso llega a mis oídos, y un rostro familiar se dibuja en mi cabeza.

Cabello rizado y rubio; sonrisa arrebatadora, tatuajes delicados e intrincados…

— ¿Dinah? —Mi voz suena ronca y áspera. Apenas puedo reconocer el sonido.

— ¡Oh, Dios!, ¡Camila! —La emoción en su voz, hace que todo mi cuerpo se relaje—, ¡Mierda!, ¡estás…! ¡Oh, joder! —Las palabras salen de su boca a borbotones, pero ninguna oración coherente es formulada—, ¡enfermera!, ¡Dios mío!, ¡alguien venga aquí!, ¡despertó!

Unos dedos temblorosos y delgados se envuelven en los míos. El apretón de Dinah es firme y vacilante al mismo tiempo.

— ¡Gracias a Dios que despertaste, Camila! —Por el rabillo del ojo, puedo verla. Sus ojos están llenos de lágrimas, y luce como si hubiese envejecido veinte años en poco tiempo.

— ¿Q-Qué pasó? —Apenas puedo procesar lo que pasa a mí alrededor. El adormecimiento es tan intenso, que no soy capaz de pensar con claridad.

—Estás en el hospital, Camila —explica, con un hilo de voz—. Fuiste atacada afuera del bar donde trabajas y…

He dejado de escucharla. Los recuerdos vienen a mí a una velocidad alarmante.

Jared abordándome. Jared mirándome de forma aterradora; sus intentos por tocarme, mi reticencia a permitirlo… La desesperación maniaca en sus palabras, y el error horrible que cometí al decirle lo del embarazo.

“¡El embarazo!”

Algo se acciona dentro de mí cuerpo, y trato de colocar mi mano sobre mi vientre, pero apenas puedo sentir mis extremidades.

SálvameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora