-Lauren-
El metal ruge en mis oídos cuando conecto mi reproductor a las bocinas de mi coche. Me echo en reversa para salir del aparcamiento del edificio y conduzco hasta el campus. No sé porqué mierda me siento tan ansiosa. Han pasado dos semanas desde que las clases comenzaron y no he visto a Camila, sin embargo, no puedo evitar sentirme nerviosa ante la expectativa.
Tampoco es que espere verla rondando por ahí, pero una parte de mí tiene la esperanza de poder entablar una conversación decente, para variar.
Después de nuestro fatídico enfrentamiento afuera del edificio donde vive, no hablamos más. De hecho ya hacen seis meses que no nos dirigimos la palabra. La vi muchas veces en el campus durante el semestre, pero jamás me acerqué.
No me había dado cuenta de cuán enojada estaba con ella hasta que retomé la terapia. La doctora Graham se ha encargado de sacar a la superficie todos mis odios irracionales. No sabía que odiaba a Camila. No sabía que la culpaba por todo lo que me había pasado hasta hace poco.
Esa resolución me golpeó como tractor demoledor. Todo el amor que sentí por ella se transformó en el más horrible de los sentimientos porque yo necesitaba odiar a alguien. Necesitaba un culpable.
A partir de entonces, todo se volvió un poco más claro. He pasado mi vida entera culpando a los demás por lo que me sucede. Culpé al trastorno explosivo-intermitente por toda la mierda que dije e hice. Culpé a Lucy por la muerte de Thomas, cuando pude haber tomado una decisión diferente; y culpé a Camila del accidente sólo por haberse marchado.
Me costó mucho trabajo aceptar que nadie tuvo la culpa. Me costó aún más aceptar que Camila no me abandonó realmente, que no tenía un motivo para sentirme abandonada porque no éramos nada cuando se fue.
Lo que vino después fue una sucesión de malas decisiones. Decisiones por las que no puedo culpar a nadie más que a mí.
Después de darme cuenta de todo esto, vino el peor de los odios. El odio hacia mí misma. No podía soportar estar en mi propia piel, porque yo había causado todo esto. Yo me había hecho esto a mí misma.
Halsey había muerto, y yo estaba medio viva, hundiéndome en autocompasión. ¿Qué decía eso sobre mí?, ¿qué diría Halsey al respecto?... seguro me habría pateado el culo.
No puedo decir que soy otra persona. Mucho menos que he dejado de ser impulsiva e imbécil. Sigo siendo una idiota que no sabe qué hacer con su jodida vida, pero ahora sé qué clase de persona no quiero ser y estoy luchando en contra de eso.
Aparco en uno de los espacios vacíos del estacionamiento del campus y doy un portazo cuando bajo. Hago mi camino hasta el aula donde tengo mi primera clase y me dejo caer en uno de las bancas mientras tecleo un mensaje de texto para Dave.
Nos hemos vuelto cercanos ahora que ha terminado con Alice. Debo admitir que es un tipo agradable al que nunca me di la oportunidad de tratar como es debido.
Una chica pasa a mi lado y me dedica una mirada sugerente, pero hago como si no hubiese visto el batir de sus pestañas y el contoneo de sus caderas. Ahora no tengo cabeza para chicas. No tengo cabeza para nada.
Las clases pasan lenta y tortuosamente, antes de que llegue la hora del almuerzo. He quedado con Dave y unos amigos, para ir a comer algo en una de las cafeterías cercanas al campus. Tomo mis cosas lo más rápido que puedo, y salgo del salón de clases.
El frío de la mañana me golpea con fuerza cuando salgo del edificio. Bajo la escalinata mientras rebusco en mis bolsillos para tomar las llaves de mi coche. Mi teléfono vibra en la parte trasera de mis vaqueros y maldigo antes de responder.