Capítulo 10 | Camila

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-Camila-



Los dedos de Lauren juguetean con los míos, pero no hablamos. No sé en qué momento nuestros dedos se entrelazaron. Ni siquiera sé en qué momento dejamos de hablar. Aún hay un muro entre nosotras, pero el toque de nuestras manos parece haberla debilitado  considerablemente.

Había olvidado lo pequeña que me siento cuando estoy cerca de Lauren. Mi pulgar traza suaves círculos sobre la piel debajo del suyo, mientras que ella cambia la posición de nuestros dedos. Es como si estuviese estudiando de cuántos modos puede hacer que encajen a la perfección.

Un suspiro brota de mis labios y me obligo a mirar el reloj en mi teléfono. Llamé a Doug, uno de mis compañeros del trabajo, para avisarle que llegaría un par de horas tarde. Debo irme ahora si no quiero que me descuenten el día.

—Tengo que irme —digo, en voz baja.

La mirada de Lauren se precipita hacia mí y me sorprende ver la ansiedad y el miedo en su expresión. Su agarre se ha intensificado y, por un segundo, no puedo evitar compararla con una pequeña niña asustada.

—Avisé en el trabajo que llegaría tarde —explico. Le regalo una sonrisa cargada de disculpa. Luce cada vez más afectada por mis palabras, así que me apresuro a añadir—: Pero, si quieres, puedo venir de nuevo.

El alivio inunda sus facciones mientras asiente.

—Eso estaría bien.

—Entonces vendré.

— ¿H-Hoy?

Mi boca se abre para responder, pero la cierro de inmediato. Tengo un ensayo que hacer. Tenía pensado pasar la noche terminándolo. Apenas es sábado por la mañana, pero no me queda mucho tiempo libre los fines de semana debido al trabajo. Muerdo el interior de mi mejilla.

—Tengo un ensayo qué hacer.

—Puedes hacerlo aquí —me mira, suplicante—. P-Por favor. No quiero estar sola. No quiero ir al bar ésta noche. N-No me dejes ir.

Odio verla así. Luce tan ansiosa; tan… perdida.

—De acuerdo —me apresuro a decir—. Vendré después del trabajo. Lo prometo.

— ¿Te quedarás? —Dice y añade rápidamente—: Puedes dormir en mi habitación, yo… yo puedo dormir aquí en el sillón. Sólo…, por favor, quédate.

Reprimo el impulso que siento de ahuecar mi mano en su mejilla y asegurarle que todo va a estar bien, que no me voy a marchar. No ésta vez.

—Está bien —le regalo una sonrisa tranquilizadora—. Me quedaré. Pasaré a mi habitación después del trabajo. Necesito ir por mi computadora y por un cambio de ropa, así que es probable que llegue un poco tarde, pero te prometo que vendré.

Parece renuante a dejarme ir, pero termina asintiendo. Me pongo de pie y recojo mi bolso antes de encaminarme hacia la entrada principal. Lauren viene justo detrás de mí.

La visión de una bolsa de comida para gatos está recargada contra la puerta, me detengo.

“Guante…”

Reprimo el impulso de preguntar por el gato, ya que me da miedo escuchar la respuesta, pero Lauren parece leer mis pensamientos.

—Taylor se lo llevó —suena avergonzada—. Dijo que, si no podía cuidar de mi misma, tampoco podía cuidar de un animalito, así que ella está cuidándolo.

—Oh… —digo, porque no sé qué más decir.

—Le pediré que me lo regrese —susurra—. Es mío. Sigue siendo mío. Sólo…

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