-Camila-
Han pasado casi dos meses desde que Lauren y yo estamos juntas una vez más. Las cosas entre nosotras han estado tranquilas. Por supuesto que hemos tenido un sinfín de diferencias, pero siempre tratamos de resolver las cosas hablando como la gente civilizada; un gran cambio, si tomamos en cuenta cuán idiotas llegamos a ser en el pasado a la hora de arreglar nuestros problemas.
Tuve que cambiar mi número de teléfono, ya que los mensajes de Jared estaban volviéndonos locos a todos. Lauren estuvo a punto de salir a buscarlo una noche. No sé cómo es que pude detenerla; estaba tan enojada, que parecía que iba a estallar en mil fragmentos si no golpeaba algo.
Yo, personalmente, me sentía aterrorizada todo el tiempo; sin embargo, trataba de no mostrarlo delante de Lauren. Si ella hubiese sabido cuán asustada me sentía, no habría dudado ni un instante en ir a sacar la mierda fuera del cuerpo de Jared.
Tampoco le dije la cantidad real de mensajes que recibí. Hasta donde ella sabe, Jared sólo me envió mensajes un par de veces; cuando en realidad, fueron más de las que puedo recordar.
Afortunadamente, al cambiar mi número, todo eso terminó. Me siento mucho mejor ahora que no he sabido nada de él en semanas.
Por otro lado, conseguí un empleo en el bar donde Lauren pelea. Josh, el dueño del lugar, me ofreció un puesto de mesera cuando supo que estaba desempleada. Lauren se puso furiosa cuando se enteró pero, afortunadamente, pude persuadirla de dejarme trabajar ahí. Argumenté que podría cuidar de mí si algo salía mal, y que ella podía ir a verme cuando quisiera.
El horario es pesado, pero compensa el hecho de que sólo trabajo de miércoles a sábado. Las propinas son diez veces mejores que las del restaurante, y el ambiente de trabajo es un poco más relajado.
Es fácil lidiar con hombres borrachos cuando tienes a alguien como Lauren cuidando de tus espaldas. Todo el mundo sabe que estoy con ella, y por ende, nadie se atreve a coquetear conmigo. Podría apostar que ni siquiera se atreven a mirarme demasiado.
Estoy en la habitación con Dinah. Ella me mira con aire divertido y yo quiero lanzar algo contra su rostro.
—No le veo lo gracioso —mascullo en voz baja.
El cumpleaños de Lauren es dentro de una semana y no tengo idea de qué regalarle. Nunca hemos pasado nuestros cumpleaños juntas. Nuestro constante romper y volver nunca nos permitió coincidir en esas fechas, es por eso que me siento tan ansiosa.
— ¡Oh, cariño!, ¡todo es gracioso cuando se trata de ti! —Se burla. Le dedico una mirada cargada de irritación, pero ella ni siquiera se inmuta—. No entiendo porqué estás tan nerviosa. Será su cumpleaños, ¿y qué?... puedo apostar todo lo que tengo a que será feliz si te pones un liguero y le haces una buena mamada.
— ¡Dinah! —Chillo. El rubor se apodera de mis mejillas, y mis ojos se abren con la sorpresa que me causa su comentario lascivo.
Una carcajada brota de su garganta y lanzo mi almohada en su dirección.
— ¡Oh, vamos! —Dice, entre risas—, ¡ambas sabemos que dejaste de ser “La virgen Camila” hace mucho tiempo!
— ¡Pero nunca le he hecho…! —No me atrevo a decir la palabra, así que sólo digo—: ¡ESO!
La boca de Dinah se abre con asombro, pero no deja de reír.
— ¡Debes estar bromeando! —Suena más que asombrada. El calor en mis mejillas aumenta considerablemente, pero no me atrevo a decir nada.
— ¡No lo creo! —Chilla y se sienta sobre mi cama—, ¡Dios mío!, ¡¿por qué no?!
La vergüenza se arraiga en mi sistema y desvío en la mirada.