-Camila-
Dinah me mira como si quisiera golpearme. No la culparía si ahora mismo me lanzara la secadora de cabello que tiene en sus manos justo a la cara.
— ¿Se besaron? —sus cejas se alzan al cielo y cubro mis cara con mis manos.
—Ella me besó —mascullo, pero sé que también correspondí su beso.
—Pero la besaste de vuelta…
Un gemido frustrado me asalta y me dejo caer sobre el colchón de mi cama.
— ¿Qué clase de idiota soy? —Digo—, le digo que no siento nada por ella, que la he olvidado, que no tengo miedo de perderla… ¡y le correspondo un beso!
La carcajada de Dinah me hace querer golpearla en la cara, pero me limito a dedicarle una mirada enojada e indignada.
—Las dos son unas idiotas inmaduras —dice, pero no ha dejado de reír—, ¡es obvio que aún sienten algo la una por la otra!
Mi frustración se refleja en lágrimas no derramadas. La odio por hacerme sentir esto. La odio por no salir de mis pensamientos, y por hacerme sentir como si estuviese cayendo de un precipicio cuando está cerca.
— ¡¿Qué se supone que espera que haga?! —Exclamo—, ¡no puede volver y hacer como si nada pasara, Dinah!
Un suspiro cansado brota de su garganta; sin embargo, se sienta a mi lado y dice—: Camila, el asunto aquí es simple: ¿Sientes algo por ella sí o no?...
Aprieto la mandíbula. No tiene caso mentirle, así que me sincero—: Si.
— ¿Quieres intentarlo de nuevo, si o no?
—Me hizo mucho daño —digo, con la voz entrecortada.
—Y tú le hiciste daño a ella, pero ese no es el punto, Camila—dice—. Se trata de que, si realmente quieres intentarlo, ahora es el momento de hacerlo. La vida rara vez te da segundas oportunidades. Yo no creía en ellas, pero ahora sólo Dios sabe cuánto me encantaría tener una segunda oportunidad con Halsey. Una segunda oportunidad para hacer bien todo aquello que hice mal, para no herirla cuando lo hice y no discutir cuando pudimos habernos arreglado con un beso… —un nudo se instala en mi garganta cuando veo cómo sus ojos se llenan de lágrimas—. No se trata de volver a lo mismo, sino de re-enamorarse. Volver a conocerse, salir, ir despacio…, empezar de cero.
Muerdo mi labio inferior con tanta fuerza, que siento que voy a hacerme daño. Tengo tanto miedo de volver a ser esa chiquilla idiota e insegura que soy cuando estoy con ella…
—M-Me da miedo —mi voz suena inestable y ronca.
— ¿A qué le tienes miedo, mila? —La dulzura con la que habla me sobrecoge—, ¿a ser feliz?, ¿a descubrir que tu lugar es con ella?..., a estas alturas ya deberías saber que nunca vas a encontrar a nadie que te complemente como ella lo hace —me sonríe—; ¡sí!, ¡es una imbécil!; ¡sí!, ¡es celosa, impulsiva, idiota, posesiva y una soberanda hija de puta!; pero te ama, Camila. Te ama tanto, que no sabe qué mierda hacer con ese sentimiento.
Soy consciente del latir desbocado de mi corazón y del vértigo que siento en la boca del estómago. Quiero replicar, decir que todo está perdido para nosotras; pero una parte de mí, la romántica y soñadora, está dispuesta a perderlo todo con tal de volverla a sentir cerca de mí.
— ¿Qué si todo vuelve a irse a la mierda? —digo, en un susurro.
Dinah se encoje de hombros, pero no ha dejado de sonreír.
—Entonces tendrás que levantarte y seguir adelante.
•••