Capítulo 32 | Camila

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-Camila-

El sonido del televisor inunda la estancia. Estoy acurrucada con Lauren en uno de los sillones de su apartamento. Apenas cabemos en el reducido espacio, así que tenemos que apretujarnos juntas para no terminar en el suelo. Mi cabeza está recargada en su hombro y su brazo me rodea para evitar que caiga. Mi mano libre está apoyada sobre su pecho y nuestras piernas están entrelazadas.

Una manta nos cubre hasta la cintura, mientras que los personajes de Jennifer Aniston y Vince Vaughn discuten acerca de las reglas de convivencia que deben de implementar ahora que viven juntos y no son pareja.

Después de salir con Dinah, llegué al apartamento de Lauren a pasar el rato. Me ha dejado elegir la película, así que estoy torturándola con una comedia romántica.

—Eso no puede ser posible en la vida real —dice en voz baja—. Ella es una completa perra con él.

—Él es un vago —la defiendo. Sé que ella está siendo una perra sin corazón con el pobre personaje, pero estoy empeñada a dejar que mi lado feminista se haga cargo.

Levanto el rostro para observar el gesto horror fingido en la expresión de Lauren, y no puedo evitar sonreír. Estoy a punto de hacer un comentario sarcástico, cuando lo noto. Hay un destello tenso en su mirada. No me observa. Su vista está clavada en el televisor, pero sé que algo le inquieta.

He aprendido a leer sus gestos, y estoy completamente segura de que algo no va bien. Puedo notarlo en la manera en la que me aprieta contra su cuerpo; casi como si temiera que pudiera huir de ella a la menor provocación.

Me detengo un segundo más de lo debido estudiando su rostro. Su mirada está fija al frente, su expresión es suave y, a simple vista, luce como si estuviese absorta en la trama de la película; pero sé que no es así. No está en el aquí y el ahora. Está sumergida en el oleaje de sus pensamientos.

Al cabo de unos instantes, se percata de mi escrutinio, y me mira con curiosidad.

— ¿Qué pasa? —Dice. Su tono es amable y dulce.

—No lo sé —susurro y me acurruco más cerca. Escondo mi cara entre su mandíbula y su pecho, de modo que soy capaz de sentir la piel caliente de su cuello con la punta de mi nariz —, dímelo tú. ¿Qué pasa?

Ella ladea su cabeza y, ésta vez, puedo sentir su piel de lleno. Mi aliento golpea la zona sensibilizada, y no se me escapa el hecho de que su carne se ha puesto de gallina. Envuelvo mi brazo alrededor de su torso y me acerco lo más que puedo. Para éste punto, no estoy muy segura de dónde empieza su cuerpo y dónde termina el mío.

—Sólo… —se detiene un instante y susurra—, pienso.

— ¿En qué?

El silencio nos envuelve por completo durante unos minutos eternos, antes de que se atreva a hablar—: Pienso en… —se detiene en seco y salgo de mi escondite para mirarla.

Las tonalidades anaranjadas del atardecer se han marchado, y la oscuridad de la noche ha empezado a filtrarse en el interior del apartamento. Su rostro parece teñirse con sombras debido a la poca iluminación de la estancia y, aún con todo eso, soy capaz de notar el nerviosismo en su mirada. Sus ojos verde se clavan en los míos y puedo jurar que hay súplica en la forma en la que me miran. Parece dividida entre lo que quiere decir y la mentira que ha maquinado.

Mi corazón late cada vez más rápido, porque sé que Lauren no vacilaría tanto si no fuese algo importante. Sea lo que sea, quiero saberlo de una buena vez.

—Dilo —susurro, con un hilo de voz—. Sea lo que sea…, dilo.

Abre la boca para decir algo, pero lo piensa mejor y la cierra de golpe. Vuelve a intentarlo una vez más, pero no consigue hacer que las palabras broten; y con cada segundo que pasa, mi nerviosismo aumenta.

SálvameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora