Capítulo 35 | Lauren

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1/10 PARA EL FINAL


-Lauren-


Nunca me había sentido así de nerviosa. El nudo en la boca de mi estómago aumenta la sensación vertiginosa que se ha apoderado de mi sistema. La adrenalina zumba dentro de mi torrente sanguíneo y los puños me hormiguean debido a la anticipación.

Los gritos de la gente me aturden por completo, y no soy capaz de procesar qué sucede a mí alrededor. Al menos, no del todo…

En el momento en el que el réferi nos llama al centro del ring, la ansiedad se dispara en mi sistema. Avanzo, pero se siente como si trajera plomo dentro de las botas; cuando en realidad lo único que traigo, es el colgante de guante de box que Camila me obsequió.

Rita coloca sus puños enfrente y yo los golpeo en un gesto amistoso. El árbitro nos dice las reglas que debemos seguir. Esas reglas que sabemos al derecho y al revés, pero que deben ser dichas antes de cada pelea.

El hombre habla, pero no puedo concentrarme en lo que dice. Estoy tan nerviosa, que mi cabeza no es capaz de procesar una mierda de lo que pronuncia.

“¡Relájate, Jauregui!” Grito para mis adentros, y me obligo a tomar una inspiración profunda. Dejo ir el aire lo más lento que puedo y repito el procedimiento varias veces.

La tensión disminuye considerablemente y, para cuando es momento de ponernos en guardia, me siento un poco más segura de mí misma.

La campana suena y un golpe es dirigido en mi dirección. Es rápida y potente, así que apenas tengo oportunidad de bloquearla. Antes de que pueda registrarlo, otro golpe viene a mí. Ésta vez, el dolor estalla en mi mandíbula.

“¡Maldita sea, Lauren!, ¡concéntrate de una jodida vez!”

El dolor en mi costado hace que me doble ligeramente. Necesito concentrarme. Necesito enfocarme y dejar de pensar en los gritos de la gente. Necesito dejar de leer las pancartas de todos los imbéciles que vinieron a ver la pelea…

Otro golpe viene a mí, pero lo bloqueo con mis antebrazos. Entonces, me obligo a mirar a la bastarda de Rita. Su postura defensiva es descuidada en muchos puntos importantes, sus puños están demasiado arriba de su cara y su torso está desprotegido, su cuerpo luce errante y extraño. No se ve muy segura de saber por dónde atacar. Es como si tuviese…

“¡Mierda!, me tiene miedo…”

La resolución de éste hecho, me golpea con brutalidad. Apenas tengo tiempo de parar la serie de pequeños golpes que atesta en mi dirección.

Rita es más rápida que antes y sus golpes son más potentes de lo que recuerdo. No puedo dejar que siga tomando ventaja de todo esto, así que ataco devuelta.

Mi puño conecta en su abdomen. Ella se dobla debajo de mi puño y la escucho jadear en busca de aire. Aprovecho ese momento de debilidad y atesto otro golpe contra su rostro. Su cuerpo se tambalea hacia atrás y, cuando levanta la cara para mirarme, noto un corte en su ceja.

“Mierda…”

No me había dado cuenta de cuán fuerte la golpeé, hasta éste momento. Espero un segundo para que se recupere, y se acerque de nuevo. Trata de golpearme, pero la bloqueo y atesto golpes cortos y rápidos contra su cara y torso.

Soy vagamente consciente de los gritos de la gente y de el sonido de la campana, antes de que nos separen y nos envíen a nuestras respectivas esquinas.

Escupo el protector de mi boca, y acepto la botella de agua que uno de los entrenadores del gimnasio me ofrece.

—Lo hiciste muy bien, Lauren —dice una voz a mis espaldas.

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