-Lauren-
Me incorporo de golpe. Una fina capa de sudor frío me cubre el cuerpo, y estoy temblando de forma incontrolable. Las náuseas retuercen mis entrañas y siento la bilis en mi garganta. Al principio creo que sólo son náuseas pasajeras; pero cuando la salivación previa al vómito llena mi boca, me precipito hacia el baño y devuelvo el estómago justo en el momento en el que inclino la cabeza en el retrete.
Las arcadas posteriores contraen mi cuerpo y espero a que el estómago deje de molestarme. El sabor amargo en mi boca es desagradable; así que, cuando estoy segura que no voy a volver a vomitar, me lavo los dientes.
Humedezco mi cara con el agua helada que sale del grifo y la sensación es agradable. De alguna manera calma la ansiedad que me recorre el cuerpo. Cierro mis ojos con fuerza y las imágenes de la pesadilla vuelven a mí. Siempre es la misma situación. Siempre es el mismo sueño retorcido y doloroso.
Comienzan conmigo apretando las muñecas de Camila , luego viene el sonido del florero quebrándose; pero en mi sueño, éste siempre impacta contra su rostro. De pronto, estoy dentro de un coche. El entrenador conduce y Halsey va a su lado como copiloto. Yo voy en la parte trasera. Después, viene el destello de las luces del tráiler. De repente, todo es oscuro y confuso; mi cuerpo duele tanto, que apenas puedo soportar estar en mi propia piel. Mis labios se abren y trato de gritar por ayuda, pero ningún sonido sale de ellos. Es como si le hubiesen puesto “mudo” a mi voz.
Toda la escena cambia con brusquedad y me encuentro en una habitación blanca, completamente iluminada. Cuando alzo la vista, veo a Camila. Me regala una mirada triste y decepcionada. Sus manos gotean sangre de los cortes hechos por el florero mientras dice algo que no soy capaz de escuchar. Entonces, se gira sobre sus talones y comienza a irse por el corredor que aparece súbitamente. Las luces van apagándose conforme avanza y grito pidiéndole que se detenga, pero nunca lo hace.
Nunca se detiene…
Todo se sume en la oscuridad y las voces empiezan a susurrar cosas horribles. Cosas que he hecho… Cuando creo que voy a desfallecer, despierto.
Entro a la regadera y dejo que mi cuerpo se relaje con el agua fría.
Vuelvo a la habitación y me doy cuenta de que son las diez de la mañana. Últimamente, dormir se ha vuelto un martirio. Duermo, pero mi cuerpo se siente cansado y débil. Me siento en la cama con pesadez y tomo mi teléfono. Tengo un mensaje de Dinah y dos llamadas perdidas. Una es de la universidad y la otra es de Chris.
—Genial… —mascullo con sarcasmo, y abro el mensaje de Dinah para leerlo.
“Tenemos que hablar, por favor.”
Aprieto mis ojos e inhalo con lentitud. No quiero saber qué es lo que va a decirme porque sé que ha salido con Camila. Sé que hablan de nuevo y que almuerzan juntas de vez en cuando. No quiero saber nada sobre Camila. Sólo quiero olvidarla. Quiero arrancar de mi pecho todo lo que despierta en mí, y no sé cómo hacerlo.
Tecleo una respuesta para Dinah:
“No quiero hablar de Camila, Dinah. Si es eso de lo que quieres hablar, lo mejor será que dejes de insistir.”
Tomo la maleta que me llevo al gimnasio y saco la ropa sucia para echar un cambio nuevo. Me enfundo en unos pantalones deportivos y una sudadera antes de que mi teléfono vibre en la mesa de noche.
“Tenemos que hablar sobre lo que pasó en el bar y en la fiesta que hubo en Alfa, Lauren. No puedes pedirme que no hable de Camila cuando vas por la vida ignorándola para luego golpear a chicos por defenderla.”