Capítulo 24 | Camila

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-Camila-


Los ojos de Lauren se han oscurecido varios tonos con mi tímida petición, y algo salvaje se ha apoderado de la forma en la que me mira. Apenas puedo respirar. Apenas puedo pensar con claridad…

Odio cómo es capaz de doblegarme con sólo un beso o una caricia suave. Odio que sepa el efecto que tiene en mí, y cómo es que puede tenerme cuando lo desea.

— ¿Dónde quieres que te toque, Camila? —susurra con la voz enronquecida.

—Lauren —me quejo, porque ella sabe perfectamente qué es lo que quiero. Siento el rubor apoderándose de mis mejillas y no me pasa desapercibida la manera en la que sonríe ante el tono urgente de mi pequeña súplica. ¿Por qué demonios tiene que hacer esto tan difícil?

Ríe entre dientes y yo me remuevo, dispuesta a bajar de su regazo; sin embargo, me lo impide. Sus manos se anclan en mis caderas y gruñe en protesta.

— ¿A dónde crees que vas? —susurra, y entierra el rostro en el hueco que hay entre mi hombro y mi cuello.

Mi corazón se acelera aún más y aprieto mis manos en puños al sentir cómo sus labios besan el lugar donde late mi pulso.

—T-Te estás burlando de mí —gimo al sentir una caricia húmeda. Su lengua traza un patrón suave en mi cuello y muerdo mi labio inferior para evitar gemir.

—No lo hago —murmura contra mi piel. Un escalofrío me recorre el cuerpo. Apenas puedo mantener el hilo de mis pensamientos.

— ¿N-No? —de pronto, ni siquiera sé porqué estoy así de indignada.

—No —se aparta. Sus labios besan la comisura de mi boca y añade—: Sólo quiero saber qué es lo que quieres, para así poder dártelo. Te daría lo que quisieras, ¿sabes?...

Como para probar su punto, coloca una mano sobre mi muslo derecho. Sus dedos trazan suaves caricias en la sensibilizada piel, y toma todo de mí no suplicarle que me toque de una buena vez.

— ¿Vas a decirme qué es lo que quieres? —sus ojos verdes encuentran los míos y noto un destello salvaje y ansioso en ellos.

—T-Te quiero a ti… —mi voz sale en un susurro tembloroso y débil, pero no me importa. La necesito. La necesito como a nadie en éste mundo.

Una sonrisa lasciva se apodera de sus labios, y dice con la voz enronquecida—: Si me quieres, me tienes, Camila. Siempre te he pertenecido.

Entonces, me besa duro. Sus labios son exigentes, su lengua invade mi boca sin pedir permiso y su mano libre se enreda entre las hebras de mi cabello. Un gruñido ronco y profundo brota de su garganta en el momento en el que imito su gesto y tiro de su cabello.

Una estela de besos es dibujada desde mi boca hasta mi cuello, para luego descender un poco más y terminar en una de mis clavículas.

La mano sobre mi muslo eleva su toque a un ritmo lento y tortuoso, hasta que las puntas de sus dedos rozan mi ropa interior. Mis caderas se elevan casi por voluntad propia, pero ella me sostiene en mi lugar. Es humillante saber que ella es consciente del efecto que tiene su tacto en mí.

—Ven aquí —susurra. No entiendo qué es lo que desea hacer, hasta que me ayuda a ponerme de pie.

Sigue sentada en la taza del baño, de modo que es fácil para ella introducir las manos por debajo del material de la falda que llevo, y enganchar sus pulgares en mi ropa interior. De pronto, me siento pudorosa. Hace mucho tiempo que no estoy con nadie de ésta manera… a decir verdad, no he intimado de ésta forma con nadie más que con Lauren.

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