Capítulo doce

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Por fin pude volver a la tranquila y perfecta habitación del departamento en el que ya había vivido por más de un año.

No había un mejor momento del día, que en el que el sol estaba completamente oculto y el color negro más oscuro envolvía el antes cielo celeste. Ese momento en el que las luces artificiales sustituían la luz solar, con el resto del día volviéndose más pacífico.

A pesar de que ya había permanecido en Corea del Sur por más de veintiún meses, nunca dejé de estar tan feliz con la vida que estaba llevando y, honestamente, jamás iba a olvidarla.

Aquella noche, estaba sentada en la parte superior de mi cama, mientras mi espalda descansaba sobre la acolchonada cabecera. Mis piernas estaban entrelazadas entre sí dejando un espacio entre mis muslos, donde yacía mi cuaderno de dibujo a medio utilizar, en lo que daba un sorbo a mi deliciosa taza de té verde.

Con el líquido caliente a mitad de la taza, volví a dejarla en uno de los burós laterales y regresé a mi dibujo.

Por mi mente había cruzado un atuendo que intentaba construir mentalmente.

Mi concentración se mantenía intacta y todo parecía estructurarse a la perfección.

Casi lo tengo. Con estos colores, estos accesorios y... Pensaba.

Repentinamente, el tono de llamada de mi celular provocó que mi casi completa obra de arte se esfumara por completo. Mis antes apretados ojos se abrieron con la rapidez con la que viaja la luz.

Un molesto gruñido fue expulsado de mi boca en cuanto olvidé la idea en la que estaba trabajando con tanto esmero.

Me preguntaba quién había sido el o la culpable de quitarme la inspiración. De lo que estaba segura, era que ni mi madre, ni mi padre, ni alguno de mis hermanos eran los responsables porque, considerando los diferentes tiempos entre ambos continentes, las seis de la mañana en América no era una buena hora para madrugar, mucho menos en sábado.

Así que tomé mi teléfono dispuesta a reconocer el número telefónico que me llamaba, pero al no lograr identificarlo, lo ignoré.

Había intentado que mi cerebro volviera a estimular la parte donde surge la imaginación, pero nuevamente estaba siendo interrumpida por otra nueva llamada.

Al volver a revisar la pantalla, noté que el mismo anterior número estaba intentando comunicarse conmigo.

Si algo había aprendido durante mi adolescencia, era que si recibía dos llamadas seguidas de un número desconocido debía responder. Siempre había la posibilidad de que fuese algún familiar que había extraviado su teléfono y necesitara ayuda o alguna cosa con urgencia.

Entonces deslize el botón verde de la pantalla para aceptar la llamada y posicioné mi celular en uno de mis oídos.

—¿Hola? — dije al altavoz de mi celular.

Hola, Sun hee.

Aunque no reconocía el número, la masculina voz que respondió me dió a conocer de quien se trataba. Aquel grave tono lo tenía grabado en mi mente.

—¿Jungkook?

—¿Hay alguien más que te llame así? ¡¡Claro que soy yo!!

Pero... ¿Cómo?

— ¿Qué? ¿C-cómo es que conseguiste mi número? — tartmudeé.

Digamos que tengo un par de contactos.

—¿Qué contactos? ¿Quién te dió mi número?

EUPHORIA [JJK]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora