EUPHORIA [JJK]

Capítulo treinta y siete

Tal como lo había decidido la noche anterior, aquel día sería el día en el que me sinceraría con Jeon Jungkook y le confesaría lo que aún sentía por él.

Las probabilidades de que mis sentimientos fueran correspondidos tan de pronto no eran certeras, aunque inconscientemente había en mí una chispa de esperanza.

Durante el medio día me aseguré de llevar a la tintorería la camisa que, accidentalmente, había manchado de chocolate, puesto que la usaría como excusa para acercarme a Jungkook. Momentos antes los ví a él y a los chicos llegar a la empresa, así que sí o sí tenía que aprovechar la oportunidad.

Sin embargo, lo que descubriría un tiempo más tarde destruiría por completo todas mis ilusiones.

Para llegar a uno de los salones de diseño, que es a donde me dirigía, primero tenía que cruzar la zona de edición.

Llegué a mi destino, pero al intentar abrir la puerta, ésta estaba cerrada y no era posible el acceso al lugar.

Era necesario entrar al sitio, por lo que decidí acercarme a un hombre del personal de limpieza. Quizá él sabría a quién podía pedirle ayuda para entrar.

— Disculpe, — me dirigí hacia el hombre, que limpiaba uno de los cristales — ¿Sabe a quién puedo pedirle el acceso al salón de diseño? Es que la puerta está cerrada, y realmente necesito entrar allí.

— Permítame informarle al encargado de llaves, señorita. Él le dará acceso al lugar.

— Se lo agradezco mucho — hice reverencia.

El hombre sonrió y se fue.

Tenía que esperar a que alguien llegara, por lo que opté por tomar asiento en el sofá de la recepción.

Frente a mí, había una larga mesa, más parecida a un escritorio, en dónde dos mujeres, quizá más jóvenes que yo, estaban conversando de sus asuntos.

Era evidente que no prestaría atención a su conversación, así que abrí las redes sociales y navegué en ellas. Sin embargo, no pude evitar prestarles sutil atención en cuanto el nuevo tema de conversación incluía el nombre de Jungkook.

— ¿Leíste el artículo sobre Jeon Jungkook? — cuestionó una de ellas a su compañera.

— Sí, lo leí esta mañana.

— ¿Y qué opinas? ¿Crees que es cierto?

— No lo sé, pero no habría nada de malo si así fuera.

— Eso sí.

¿De qué estaban hablando?

— ¡Pobre chica! Tan pronto le está lloviendo odio.

— Yo no leí los comentarios, ¿Qué dicen?

— Ya sabes, lo de siempre. Que la chica no está a su altura; que no es para nada atractiva, ni digna de salir con alguien como él; un montón de insultos hacia ella.

— ¿Cómo cuáles?

La chica que estaba informando a la otra se acercó al oído de ésta, para susurrar algo que no logré escuchar. Sin embargo, por la expresión de la oyente sabía que no eran palabras agradables al oído.

— Prácticamente la están recriminando por ser su tatuadora — dijo una de ellas.

— ¿Cómo es posible que esas personas se hagan llamar sus fans? Qué descarados.

— No lo sé, pero no me gustaría estar en el lugar de esa chica.

Seguía sin entender de lo que estaban hablando, pero tenía mis sospechas. Algo en mí quería descubrir de qué se trataba realmente aquella conversación.