Capítulo dos

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El clima caluroso de junio ambientaba mi habitación. A pesar de que la ventana estaba completamente abierta, y las delgadas cortinas rosa pastel se mantenían sujetas con gruesos nudos hechos con el mismo textil, nada inmutaba a la alta temperatura que se encapsulaba en el sitio. No era suficiente que pasaran más de las ocho de la noche y la temperatura no disminuía, incluso después de que el sol se ocultó.

Mi cuerpo, vestido con un largo jean de mezclilla celeste, y una blusa holgada, amarilla, fresca, que intentaba regular mi temperatura corporal, aunado a mis pies desnudos, descansaba vaga y perezosamente sobre la cama matrimonial de mi dormitorio. En cuanto a mi cabeza, reposaba ligeramente encima de una almohada suave y blanca, que hacía que mi cuello se doblegara algunos grados.

Ambos brazos se posaban sobre los espacios laterales sobrantes del colchón hasta mis codos. El resto de ellos, se miraban de frente, pero estaban divididos por mi celular, el cual sujetaba con mis dedos y recargaba sobre mi pecho.

La pantalla de cinco pulgadas de mi dispositivo mostraba la pestaña principal de Youtube, y mi pulgar derecho se deslizaba con cortos movimientos sobre el cristal de éste.

Había pasado varios minutos de búsqueda, intentando encontrar algo entretenido que mirar en la plataforma.

¿Qué no hay nada bueno hoy? Pensaba.

Tal vez un video cómico, una receta culinaria, o incluso un par de hombres selváticos, golpeando el terreno seco con herramientas de aspecto prehispánico, logrando construir maravillosas casitas sólo con cortezas de lo que parece ser bambú y un montón de pasta terrosa.

Imploraba silenciosamente encontrar algo pronto. Por favor, algo que me quite el aburrimiento provocado por el mal clima.

Como si el cielo hubiese escuchado mis plegarias, el sonido de mi teléfono llamó mi atención, informándome que había recibido una notificación.

Al presionar la pestaña que resaltaba en la parte superior de la pantalla, el sistema operativo me dirigió automáticamente a la aplicación de correos electrónicos. Creía que era un destinatario de poca relevancia, hasta que observé que era un correo enviado desde la dirección escolar de la institución en la que aún cursaba el bachillerato.

Estimad@s estudiantes:

Tenemos la fortuna de informarles que la honorable Embajada Nacional de Corea del Sur ofrece BECAS COMPLETAS a estudiantes extranjeros para estudiar el nivel SUPERIOR en dicha nación.

Para más información, otorgamos amablemente el siguiente vínculo electrónico:

¿Era acaso cierto? Definitivamente no me pensaba quedar con la duda.

Obligué a que mi dedo pulgar presionara el texto subrayado para llegar a una página web. Encontré un apartado con toda la información necesaria y leí detalladamente los requisitos.

Un promedio académico por encima del ochenta por ciento. Un nivel de inglés necesario. Y, claro, terminar exitosamente el nivel medio superior.

Lo único que faltaba... Mi certificado de graduación del bachillerato que, casualmente, sería impreso el siguiente año.

No podía creer que existiese una oportunidad tan tremenda como esa. Por supuesto que estaba emocionada por descubrirla. Así que decidí que era una buena idea hablar con mi madre e iformarle que me gustaría participar por una beca.

Dejé que mi alegría viajara por los delgados lazos que conducen hasta mi sistema nervioso. Mi cerebro envió una señal imperativa al resto de mi cuerpo, ordenándole levantarse con rapidez. Fue como si todo el agotamiento y la flojera hubieran abandonado cada célula de mi ser.

EUPHORIA [JJK]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora