Capítulo cuatro

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Y llegó el día que había esperado por mucho tiempo. Ya me había preparado psicológicamente para afrontar ese nuevo reto. Era el día en el que tenía que despedirme de mi familia, para no verlos hasta dentro de cinco años.

Estaba sentada en uno de los asientos del aeropuerto internacional de mi país. Era de madrugada, pero no estaba cansada en lo absoluto.

No estaba sola. Mi madre, padre y hermanos estaban a pocos centímetros de mí. Podía ver sus rostros esforzados por mantener la seriedad, al igual que yo. Toda nuestra atención estaba centrada en los altavoces que dan la última llamada para abordar los vuelos.

Permanecimos en silencio durante un tiempo, pero no podía permitir que eso fuera así.

—No puedo creer que incluso vaya a extrañar pelear con ustedes— dirigí una melancólica mirada a mis hermanos.

—Eso es algo que ni siquiera tu madre y yo podemos negar—
Todos reímos ligeramente luego de que mi papá hablara.

Me agradaba ver que incluso siempre intentaron llevarse como amigos después de su divorcio, todo para que sus hijos estuviéramos en paz.

Agradezco que el resto del tiempo nos la pasáramos recordando nuestras más graciosas anécdotas.

La voz que emiten los altavoces del aeropuerto concluyó con nuestras historias del cómo salíamos a pasear juntos y las bobadas que alguna vez hicimos.

Esta es la segunda llamada para abordar el avión con destino a Corea del Sur.

No había más tiempo. Era la hora de despedirme.

Todos nos miramos el uno al otro, reconociendo que el momento había llegado. Nos pusimos de pie con rapidez.

Uno, dos, tres abrazos de mis hermanos fueron los primeros en decirme adiós. Y después, los fuertes brazos de mi padre me enrollaron cálidamente. Un beso en mi frente fue lo que recibí después, seguido por las dolorosas palabras en las que me recordaba lo orgulloso que estaba de mí. En cambio, humedecí con mis lágrimas su hombro, y le mencioné lo agradecida que estaba con él y lo mucho que lo amo.

Finalmente, era momento de despedirme de mi mamá. Estábamos prácticamente a la misma altura, y el abrazo que intercambiamos era más fuerte que cualquier otro que nos hayamos dado alguna vez. Entonces, pude sentir como mis hombros se humedecían con sus lágrimas.

Escuché las palabras de aliento y amor que me brindó con su voz entrecortada, mientras yo la cuestionaba sobre cómo sobreviviría sin ella durante un gran periodo de tiempo. Claro que no pudimos evitar llorar casi a mares. Siempre habíamos sido muy unidas, y estábamos a punto de separarnos.

Se sentía como si una parte de nosotros estuviera por alejarse para siempre. Como si lo poco que quedaba de nuestra familia se perdiera. Puede parecer un poco exagerado, pero esa era la amarga sensación del momento.

La gran mano de mi padre sujetó el mango de mi maleta, arrastrándola mientras caminábamos hasta la terminal correspondiente. Mientras tanto, colgaba sobre mis hombros mi mochila, y sujetaba con fuerza mi pasaporte para que no lo extraviara.

Al llegar a ella, retiré mi mochila y la coloqué sobre la banda eléctrica, además de mi maleta, para confirmar que no portaban  un objeto peligroso o ilegal. Después mostré mi pasaporte al oficial de policia y crucé la aduana.

A mitad del pasillo, giré mi cabeza para ver por última vez a mi familia. Elevé con ligereza la esquina de mi boca para crear una suave sonrisa. Una de mis manos se levantó por encima de mi cabeza, y se agitó suavemente para brindar un adiós.

EUPHORIA [JJK]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora