Era una tarde tranquila, WheeIn tomaba una taza de té mientras miraba sus plantas que estaban a nada de crecer, estaba feliz, las noticias del nacimiento y del buen crecimiento del príncipe heredero le hacían tener una paz que había perdido durante meses, estaba preocupada por Taehyung y por la posibilidad de que este no sobreviviera, no sólo porque se sentía responsable al haberle dado aquel remedio, sino porque le quería, nadie podía odiar al rey, que era un chico maravilloso y que con el corazón noble ayudaba a quien se pusiera en su camino.
Escuchó la puerta de la entrada y fue a abrir, no tomó extraño aquel acto, ya que como curandera, era normal que le fuesen a buscar. Abrió la puerta con tranquilidad, cuando se dio cuenta de quien se trataba sus ojos se agradaron, estaba perpleja, hasta que vio aquella hermosa sonrisa, entonces sus labios se curvaron en una sonrisa deslumbrante, al verlo ahí, muy diferente de la última vez que estuvo en su cabaña, sus ojos se volvieron cálidos, el color estaba en sus mejillas, sus ojos brillaban al igual que su cabello, se veía sano, feliz y fuerte.
—Taehyung ¿Qué haces aquí? —preguntó sin dejar de mirarlo.
—Hola, hemos venido a verte.
—¿Hemos? —preguntó con una ceja alzada.
Taehyung se hizo a un lado para dejar ver a Jungkook quien cargaba a BeomGyu bien cubierto, ella le miró temerosa, pero la sonrisa en el rostro del rey le dijo que todo estaba bien, se hizo a un lado y realizó una reverencia.
—Mis señores—dijo con voz calmada.
—¿Podemos pasar?
—Claro, pasen—contestó a Taehyung antes de hacerse a un lado por completo, para dejarlos pasar.
Taehyung entró a la cabaña seguido de Jungkook, miró alrededor recordando la última vez que había estado ahí, cuando rogó por la ayuda de la pelinegra, quien accedió preocupada de las consecuencias, le tranquilizaba saber que todo había salido bien.
—¿A qué debo el honor de su visita?—preguntó mirándolos curiosa.
—Quisimos venir para agradecerte—dijo Taehyung con una sonrisa—. Porque gracias a tu ayuda, BeomGyu está con nosotros.
Ella les observo perpleja, espero todo, menos un agradecimiento. Jungkook suspiró, despejando las cobijas del bebé, para hacer que ella lo mirara, sus ojos se agradaron, porque aquel pequeño era precioso. Un sentimiento de enternecimiento creció en su interior.
—Es hermoso ¿Puedo? —preguntó insegura.
—Sí—asintió Jungkook dando un paso al frente para dejar que lo sostuviera en brazos.
WheeIn cargó al pequeño que dormía apaciblemente, tenerlo en sus brazos fue algo irreal.
—Supongo que debo de agradecer que hayas ido en contra de sus órdenes—dijo Jungkook con tono de burla—. Ha sido una travesía compleja, pero me alegra que todo haya terminado de buena manera.
—Gracias a tu ayuda estamos viviendo el mejor momento de nuestras vidas—sonrío Taehyung en grande.
—No mi señor—dijo mirándolo—. Yo no he hecho nada, lo único que hice fue darle unas hierbas que le ayudarán a ganar fuerza, pero mantener a este bebé con usted y traerlo a la vida sano y salvo ha sido todo gracias a la fortaleza que tiene—le miró con ternura—. Sé que todos pensábamos que no lo lograría, pero nos ha dado una lección, es más fuerte de lo que alguien pudiera imaginarse, las hierbas no hacen milagros, pero usted sí.
Los ojos azules de Taehyung se cristalizaron, Jungkook se acercó a él y puso una mano en su hombro apretando ligeramente.
—Ella tiene razón, fuiste muy fuerte Tae.
—No digan esas cosas—bufó desviando la mirada.
WheeIn observó como el rey abrazaba al rubio por la espalda y le daba un beso en la mejilla, sonriendo en grande, ella misma sonrió al ver tan amorosa escena, después sus ojos bajaron a BeomGyu, y acarició su mejilla.
—Espero que tú pequeño mío, seas tan afortunado de encontrar el amor—susurró—. Un amor que no sea doloroso, sino que sane, como el de tus padres.
Estaba en el jardín, tomando el sol, era un buen tiempo, apreciaba aquellos días donde el clima era soportable, su hijo estaba dentro con una de sus nanas, él reía con sus damas, mientras veía a los soldados entrenar. A lo lejos observó como su esposo, el rey, se acercaba a ellos, sus sonrisa se amplió cuando vio aquellos fríos ojos grises que le examinaron curiosos. Se levantó para ir en su encuentro, sin importarle los protocolos, hacia mucho tiempo que los habían mandado al carajo.
—Hola cariño—dijo con cariño—. Veo que sales de tu oficina para tomar un poco de sol.
Jungkook asintió ligeramente. —¿Por qué me interesaría el sol si veo algo más brillante todos los días al despertar? —levantó una ceja coqueto—. Te traigo algo.
—¿Más joyas? Vas a malacostumbrarme—dijo mirándolo fijamente.
—No, es algo mucho mejor. Yugyeom.
El general, se puso frente al rey Taehyung, en sus manos llevaba una caja delgada pero alargada, la abrió mostrando su interior de terciopelo. Ahí postrada estaba una espada plateada con detalles azules en el mango. Miró a Jungkook boquiabierto.
—¿Qué es esto? —preguntó perplejo.
—Mandé a hacer una espada para ti, la tengo desde hace mucho tiempo, pero quería esperar a que pudieras usarla sin problemas, tómala.
Taehyung sintiendo sus manos temblorosas se acercó a la espada y la tomó, estaba fría, cuando la levantó se dio cuenta que era mucho más ligera.
—Es ideal para ti, ligera, pero filosa—le sonrió ladino—. ¿Quieres entrenar con ella?
Sus ojos brillaron. —¿Por qué me estás dando esto?
—Te dije que te daría todo lo que quisieras amor mío—se acercó y besó su frente—. Ahora vamos a divertirnos. Prometo comportarme está vez.
Taehyung le miró con burla. —Más te vale Jeon, porque no tengo miedo de encajar esto en tu pierna.
—Oh mi vida, yo quiero encajarte muchas cosas y una espada no es una de ellas—rio por lo bajo—. Vamos mi pequeño príncipe, te convertiré en un guerrero.
El rubio sonrió sin titubeos, porque aquel día sin saberlo, Jungkook le daría uno de los regalos más importantes, uno que lo mantendría con vida en un futuro.
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El Rey De Hielo *KookV*
Fanfiction"SEGUNDO LIBRO DE LA SAGA DE LOS REYES" Y cuando sus manos lo tocaron sintió el calor del hielo, sus ojos grises lo examinaron mirando en su interior y con una sonrisa beso su cuello haciéndolo arquear la espalda desesperado. -¿Qué tanto lo deseas...