XVIII

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Aiaiaiai que esto empieza a ponerse interesante flores....
Alex, ¡Prepárate y agárrate los calzones que llega la competencia!

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¿Cómo demonios había bajado sin que le escuchara?

Tenía dos opciones; salir corriendo o enfrentarlo como si no sucediera nada. Decidí actuar como si el hecho de estar prácticamente desnuda frente a él fuera algo trivial, no pensaba admitir que era la primera vez que un hombre veía tanta piel de mi cuerpo, ni siquiera mis propios hermanos me habían visto alguna vez en ropa interior, aunque el traje de baño era relativamente similar, aunque solían cubrir bastante más.

Rodé la vista siguiendo el sonido de aquella voz y le vi apoyado sobre la columna que separaba la cocina del salón, prácticamente no llevaba ropa, salvo por lo que parecía una prenda de baño y una toalla que colgaba en uno de sus hombros.

¿Iba a la piscina a estas horas?

—¿Llamas preciosa a todas las mujeres que conoces? —pregunté no dejando que el hecho de estar uno frente al otro sin apenas ropa encima me afectara.

—Pillado —sonrió sin mover un músculo de su cuerpo pero sin dejar de observarme.

—No sé si es peor que me llames como al resto de tus amantes o que lo reconozcas sin ningún tipo de remordimiento —admití rodando los ojos con la plena intención de marcharme.

—¿Por qué debería tener remordimiento? Solo llamo preciosa a quien realmente lo es, así que soy sincero —contestó encogiéndose de hombros.

El hecho de que no fuera capaz de darse cuenta que compararme al resto de sus amigas, o mejor dicho; compañeras de cama de una sola noche, pudiera molestarme, era una gran falta por su parte, aunque... ¿Qué podía esperar por parte de alguien que solo miraba por sí mismo?

—Agradezco tu sinceridad, pero no vuelvas a llamarme preciosa nunca más —dije dando un paso para iniciar el ascenso de la escalera aunque eso le diera un primer plano de mi trasero desnudo.

Antes de colocar el pie en el primer escalón sentí como me agarraba el brazo deteniendo mi huida.

—Espera —mencionó en un tono de voz serio—. Estás molesta, ¿Es porque te besé? Si es así ya aclaramos que no volvería a suceder.

—No estoy molesta —mentí—. Solo estoy cansada y agradecería que me soltaras para darme una ducha y meterme en la cama —dije sin mirarle.

Alexander pareció comprenderlo y dejé de sentir su mano sobre mi brazo.

—Está bien, que descanses Azhar —contestó y me mordí el labio para reprimir una sonrisa al dirigirse hacia mi por mi nombre y no por su habitual "preciosa".

—Buenas noches, Alexander.

Subí la escalera sin mirar hacia atrás, mi habitación era la primera a la izquierda así que cuando coloqué la mano en el pomo de la puerta, miré solo para comprobar que efectivamente él se había marchado, ¿Por qué razón iba a quedarse mirando? Tal vez solo quería asegurarme de que no se hubiera quedado mirando mi trasero, quizá eso me haría sentirme en cierto modo vulnerable, pero para mi estupor allí estaba él, con una sonrisa ligeramente traviesa y en cuanto me vio hizo un gesto con la mano antes de marcharse.

La Esencia de AzharDonde viven las historias. Descúbrelo ahora