XXI

13.2K 2.6K 323
                                    



Buenas floreeeeeees, esto empezará a retorcerse hasta que explote jijiji y solo faltan un par de capítulos para eso!

Pd: Espero actualizar el miércoles, pero estaré de viaje y dormiré poco/nada, peeeeero tendréis una actualización si o si de esta historia esta semana, así que no preocuparse bellas!

—¿La primera musa con técnica? —pregunté solo porque aún no acababa de creer lo que había mencionado y más aún que ni siquiera hubiera preguntado si estaba dispuesta a aceptarlo, simplemente lo había dado por sentado

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—¿La primera musa con técnica? —pregunté solo porque aún no acababa de creer lo que había mencionado y más aún que ni siquiera hubiera preguntado si estaba dispuesta a aceptarlo, simplemente lo había dado por sentado.

¿Quería? Ciertamente no era algo que tuviera en mente y tampoco sabía que tipo de posado requería.

—Normalmente mis musas suelen cursar interpretación, su aspecto y las horas que requiero que posen en la misma postura lo facilitan.

Magnus bebía el vino rosado de su copa tranquilamente, como si aquello fuera lo más normal del mundo para él.

—¿Qué tipo de posado? —pregunté manteniendo la calma aunque algo dentro de mi sabía la respuesta.

—Desnudos, por supuesto —aseguró siendo pragmático y como si no existiera otro tipo de cuadros sobre retratos que no fuera ese.

Una parte de mi sentía tentación por aceptar, no por nada, sino porque jamás había sido la musa de alguien y como amante del arte me parecía algo espléndido, pero por otro lado me sentía incapaz. ¿Cómo iba a desnudarme ante un desconocido si ningún hombre, ni mi propio marido me había visto desnuda?

Impensable.

—¿Alguna vez se ha negado alguna alumna a su propuesta? —pregunté sin tocar aún mi copa de vino, deseaba estar lo suficientemente lúcida para mantener aquella conversación.

El pareció fruncir el ceño, como si mi pregunta le resultara extraña.

—Como he mencionado con anterioridad, se trata de un intercambio de intereses en los que le puedo asegurar que será la parte más beneficiada si tenemos en cuenta lo que obtengo a cambio.

—No deseo tener ventajas, ni menos aún privilegios sino recompensas a mi esfuerzo. De lo contrario no habría decidido ir a la universidad, no necesito el título para ser alguien en la vida, profesor Magnus.

Estaba claro que mi respuesta había llamado su atención dejándole confuso y probablemente intrigado.

—He tenido alumnas que han tratado de meterse en mi cama solo por obtener lo que te ofrezco, incluso por el simple hecho de conseguir un aprobado, ¿Estas declinando mi propuesta?

—Es evidente que no soy el tipo de alumna a la que os referís y no estoy declinando la propuesta, simplemente os menciono que lo que obtendría a cambio de aceptarla no es de mi interés.

—Muy bien —concretó con una vaga sonrisa.

¿Muy bien?, ¿Qué significaba eso? No había aceptado aunque tampoco me había negado ahora que lo pensaba.

—No he aceptado —dije para que fuera consciente de ello.

—Lo harás —sonrió—. Encontraré el aliciente que os incite a aceptar, no lo dudes.

No sabía si reír o preocuparme por su absoluta seguridad, pero sinceramente dudaba que existiera algo que pudiera ofrecerme el profesor que supusiera ese aliciente como él indicaba.

A pesar de creer que debería marcharme después de haber declinado su oferta de aquel modo tan sutil pero certero, lo cierto es que la cena transcurrió de lo más interesante cuando el profesor Magnus desplegó toda la artillería sobre su dominio de historia del arte.

En mi vida había tenido una cena más cultural y al mismo tiempo fascinante, si debía ser sincera, había quedado completamente eclipsada mientras hablaba y eso me llevaba a pensar que no me extrañaba en absoluto que fuera profesor, su nivel de dominio, explicación exhaustiva y comprensión me hacían ver que debía ser uno de los mejores, aunque en algún momento de la noche mencionó que dar clase no era algo que le gustara ni que hubiera considerado hacer, pero era el único modo para avalar sus investigaciones.

—Te llevaré a casa —dijo cuando llevábamos más de una hora hablando sin cesar una vez acabado el postre.

—No hace falta. Tomaré un taxi o similar.

—No digas bobadas. Es tarde y no quiero tener la responsabilidad de que pueda sucederte algo, esta ciudad puede parecer segura, pero ninguna lo es.

Si supiera que hasta hacía tan solo unos días siempre había tenido seguridad que me acompañaba a todas partes y que jamás había tomado un taxi en mi vida, probablemente no me creería.

—¿Y quien me dice que no supones un peligro aún mayor que el conductor de un transporte público? —mencioné con una vaga sonrisa.

—Touché —dijo sacando su tarjeta de crédito y alzándola para que el camarero se diera cuenta y cobrase la cuenta—, pero teniendo en cuenta que aquí todos me conocen y que estoy seguro de que le habrás mencionado a quien quiera que sea el que te haya puesto ese anillo en el dedo —dijo señalando mi alianza—, dudo que saliera impune de mi supuesto delito.

¿Se había dado cuenta de que estaba casada y aún así me había realizado su propuesta?

—¿Cuándo te diste cuenta que estaba casada? —pregunté estudiando su rostro.

—Desde que Ètienne nos presentó en la galería, aunque llegué a dudar si sería realmente una alianza propia o quizá de algún pariente, él no suele salir con mujeres casadas, pero evidentemente me lo acabas de confirmar —decretó frotándose las manos como si el hecho no le importara.

—Étienne y yo no estábamos saliendo, solo trató de ser amable conmigo —ratifiqué.

—Eso no es asunto mío —terció levantándose de su asiento y le imité mientras salíamos del local tras haber pagado la cuenta.

Magnus insistió en llevarme a casa y finalmente accedí, no sé si fue su insistencia o las buenas razones que me había dado para convencerme de que era la mejor opción dadas las circunstancias, la cuestión es que cuando se detuvo frente a la puerta del gran edificio que llamaba la atención, el comentario que menos deseaba llegó.

—Así que vives en el mismo edificio que el mismísimo D'Angelo —dijo provocando que mi cuerpo se tensara.

—¿Le conoces? —pregunté deseando que la respuesta fuera un rotundo no.

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
La Esencia de AzharDonde viven las historias. Descúbrelo ahora