XXXI

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Después de mil años ¡¡¡Aquí estoy!!!! De momento no os doy calendario de actualizaciones, pero iré alternando día si día no (creo yo) para actualizar mis dos historias en curso que aún no están finalizadas, por lo que seguidme en Instagram para saber que días actualizo o esperad que wattpad os avise de la nueva actualización :)

Besooootes!!!!

Besooootes!!!!

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Probablemente era una ingenua al pensar que cumpliría su palabra, pero tenía que admitir que sonaba sincero, que tal vez para él aquel matrimonio también era una prisión de la que deseaba salir y le daba igual cuales fueran las circunstancias, incluso tener un hijo al que solo viera un par de veces al año con una mujer a la que apenas conocía.

No sabía nada de Alexander. Ni cual era su color preferido, ni su comida favorita, ni sus preferencias a la hora de viajar, como tampoco sabía cuales eran sus defectos. Había dormido a su lado, pero no le había sentido roncar, ¿Lo haría?, ¿Estaría tan profundamente dormida que no me habría dado cuenta?

Hasta ahora lo único que sabía de él es que le gustaba pasar cada noche con una mujer distinta, que era reacio al compromiso, que practicaba deporte con asiduidad y que tenía un compromiso laboral absolutamente admirable a su corta edad.

Probablemente para él su empresa lo significaba todo, deseaba estar al a altura de su padre y no decepcionarle aunque eso implicara no tener tiempo para su vida privada. ¿Cómo iba a conocer en profundidad a una mujer si solo pasaba unas horas a su lado y sin siquiera hablar de algo más allá que convencionalismos?

Una vez mencionó que no tenía tiempo de tener una novia porque implicaba demasiados desaires, peleas, enfados y él no quería nada de aquello, ¿Tal vez a Alexander D'Angelo una mujer lo había traicionado?, ¿O verdaderamente todas se quedaban esperando algo de él que jamás llegaba?

Definitivamente yo no sería la mujer que esperaría algo de él, sabía perfectamente que no me ofrecería nada y lo único a lo que aspiraba tener de Alexander era un hijo que llevaría su misma sangre.

¿Tendría su color de ojos o el mío?, ¿Sería rubio o moreno?, ¿Tendría la piel bronceada como la mía o clara como la suya? Me daba igual, fuera como fuera lo pensaba amar incondicionalmente.

¿Por qué mi mente divagaba sobre todo aquello si ni siquiera estaba embarazada?, ¿Y si jamás lo estaba?, ¿Y si mi cuerpo no estaba preparado para concebir hijos?, ¿Qué sucedería entonces?

Me había quedado en silencio durante un buen rato mientras mis pensamientos me traicionaban y no me había dado cuenta que todo ese tiempo Alexander me observaba.

—¿Qué piensas? —me preguntó.

Era la primera vez que estábamos a solas y él no cogía su móvil, ordenador o simplemente leía el periódico solo para no estar a mi lado.

La Esencia de AzharDonde viven las historias. Descúbrelo ahora