Buenas flores!!!!! Las cosas se van a poner interesantes... o chungas según se mire.Disfrutad!
La forma en la que me miraba no me gustaba, no me daba buena espina y desde luego el modo en el que me había llevado hasta allí aún menos.
Pero aquello era un lugar público en el que transcurrían cientos de personas, si gritaba me oirían, así que guardé la calma tratando de no dejar que el pánico me embriagara.
Ni siquiera pregunté que era lo que quería, sino que aguardé a que él diera el primer paso. Parecía nervioso, incluso ahora que le observaba podía notar su respiración agitada.
—Tu... —comenzó a decir señalándome con el dedo y dando un paso atrás—. Tu vas a hacer que me devuelvan mi puesto en la universidad —advirtió.
—¿O qué? —exclamé mirándole fijamente y vi su rostro enfurecido acercarse lo suficiente para notar su frente con la mía empujándome hasta que sentí la pared en mi espalda.
—O lamentarás haberme conocido —rugió con evidente enfado.
Durante un segundo tuve realmente miedo, no quería a aquel tipo cerca de mi y menos aún tener que sentir sus amenazas cuando yo no había hecho nada.
—Fuiste tú quien orquesto todo, deberías haber pensado antes lo que estabas haciendo —mencioné en voz baja.
Tal vez no estuviera de acuerdo en que le echaran del claustro, pero francamente, el se lo había buscado después de vender la noticia a la prensa.
Un golpe fuerte en la pared que me hizo cerrar los ojos fuertemente.
—¿Lo que estaba haciendo? —gritó—. Fuiste tú quien desde el principio ocultó quien eras, ibas a posar desnuda para mi, ¿Para que iba a joderlo todo acudiendo a la prensa?
Su respuesta me hizo dudar, ¿Podría no haber sido él?, ¿Podría ser también inocente de toda esta historia?
Pero no había negado saber quien era realmente yo.
—Por eso insistías tanto... ¿Cómo supiste quien era? —pregunté decidida y él dio un paso atrás.
—No te hagas ahora la víctima... estabas más que dispuesta a meterte en mi cama, las de tu país fingís ser unas estrechas, pero después os abrís de piernas al primer...
Mi mano se estampó en su mejilla impidiendo que siguiera hablando. No iba a dejar que me insultara y mucho menos que diera a entender que quería ser su amante.
¿Lo podría haber considerado? Quizá. Pero en ningún momento di a entender que esas fueran mis intenciones.
—Zorra ingrata.... —dijo acortando la distancia e hice hincapié de salir huyendo, solo que noté como me agarraba del pelo provocando que chillara—. Te debí dar tu merecido cuando estabas bien dispuesta a abrirte de piernas, es evidente que tu marido no te da lo suficiente cuando vas a buscarlo fuera.
Sentía como me arrastraba hacia la mesa y comencé a forcejear.
—¡Suéltame! —exclamé—. ¡Suéltame ahora mismo o haré que te pudras el resto de tu vida en la cárcel, cabrón de mierda! —grité tan fuerte que sentí como mi garganta se resentía al hacerlo.
Noté el empujón contra la pared y después su cuerpo pegado al mío. Lo que en otro momento me habría podido resultar atrayente ahora me parecía absolutamente repulsivo. Detestaba su cercanía, su olor, su simple presencia. Él en sí mismo me asqueaba y aún más después de confesar que su interés en mi era fingido.
—Tres días —rugió—. Tienes tres días para hacer que vuelvan a admitirme o... —su mano se cernió en torno a mi cuello y lo presionó ligeramente—, haré de tu vida un infierno —agregó acercándose lo suficiente para besarme, así que giré la cara y sentía como lamía mi cara en su defecto.
Huí de allí, literalmente mi corazón estaba acelerado cuando entré en el despacho del director lo suficiente agitada para que me ofreciera un vaso de agua creyendo que era por haber acudido apresuradamente.
Estaba demasiado perturbada para lo que tenía que decirme, así que agradecí que solo se limitara a darme la bienvenida formalmente, agradeciendo haber elegido su universidad para realizar mis estudios y esperando que todo fuera de mi agrado, incluso mencionó que podría acudir a él en caso de que necesitara cualquier cosa.
Tanta amabilidad me pareció desproporcionada, yo había querido estudiar allí precisamente para ser anónima, para que nadie me reconociera y sobre todo para pasar desapercibida. Ahora era todo lo contrario, todos sabían quien era y encima me había visto envuelta en un escándalo.
Traté de concentrarme durante el resto de las clases e incluso me forcé a ello, pero el profesor Magnus no dejaba de llegar a mi mente una y otra vez acompañado de sus amenazas y sobre todo de una inquietud que me desconcertaba.
Podía pedir un guardaespaldas, podría hacer que le detuvieran por amenazas y eliminarlo de mi vida con una simple llamada a mi hermano o Alexander pero precisamente a este último era a quien menos quería revelar lo sucedido.
No quería que pensara que era una niña asustada acudiendo a él y menos aún que pudiera creer que entre Magnus y yo existía algo, no ahora que parecía que entre nosotros las cosas iban bien o al menos hasta que todo acabara y nuestro acuerdo se cerrara.
¿Tal vez aquellas amenazas eran simplemente una estratagema? Magnus no me parecía del tipo de hombres que haría algo descabellado y seguramente solo era una táctica para conseguir lo que quería infundiendo miedo, pero realmente no haría nada, de hecho ni siquiera me había hecho daño a pesar de haberle propinado un tortazo.
Lo suyo era palabrería, pero tenía claro que aquello lo acabaría resolviendo sola.
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La Esencia de Azhar
Romance[Ya A La VENTA] Disponible en Amazon III LIBRO DE LA SAGA FLOR - SE PUEDEN LEER DE FORMA INDEPENDIENTE. Azhar Rashid es la única princesa de los Emiratos Árabes, hija del gran califa Mijaíl Rashid...