Helloooooooooo flores! Estoy de visita con la familia y lógicamente me han secuestrao después de un año y medio sin vernos jejeje
Iba a subir capítulo ayer, pero pasó la tormenta del siglo y nos quedamos sin luz, sin internet y sin ná, pero por aquí estoy!
Que disfrutéis!Lo último que necesitaba es que pudiera asociar que era la esposa de Alexander D'Angelo e hiciera conclusiones erróneas, puede que mi matrimonio fuera una farsa, pero no era necesario que lo supiera todo el mundo, me bastaba con nosotros dos.
—Solo le he visto en un par de ocasiones, su fundación avala algunas de nuestras investigaciones, pero no he tenido trato con él personalmente.
Respiré hondo. Saber quien era no importaba, probablemente sería alguien muy conocido en la ciudad como lo era yo en mi país y más aún si como el profesor decía, la fundación subvencionaba algunas de sus investigaciones.
—Pues ya le has visto más que yo —sonreí sin mentir, después de todo apenas veía a Alexander y Magnus podría tomarlo por el hecho de que fuéramos vecinos, algo que desde luego no pensaba desmentir.
Si tenía la intención de preguntar algo más al respecto, lo cierto es que no lo hizo, bien por respeto a mi privacidad o porque no le di tiempo de hacerlo ya que abrí la puerta del vehículo sin esperar a que pudiera ofrecerme el hecho de abrirla él mismo.
—Supongo que nos veremos por la escuela —dijo cuando cerré la puerta.
—Supongo, profesor —contesté con una sonrisa mientras me alejaba sin despedirme realmente.
Había sido una noche extraña, sobre todo por la proposición del profesor y más aún por el hecho de que diera por sentado que aceptaría ser su musa. ¿Podría atreverme a hacer algo así?, ¿Sería capaz de lanzarme a algo de ese tipo? Dudaba que en caso de hacerlo aquel cuadro terminara en alguna parte que no fuera en la colección propia del profesor, pero aún así mi reticencia y el pudor que durante años me habían inculcado en mi cultura a pesar la mente liberal de mamá, hacían que tuviera reticencia.
¿De verdad encontraría el profesor el aliciente que me hiciera aceptar su proposición? Realmente lo dudaba, peor podría intentarlo todo lo que quisiera.
Pensaba que no volvería a ver a Alexander durante varios días, así que me sorprendió enormemente que al llegar a casa la luz de la cocina estuviera iluminada. Normalmente a esas horas él estaría fuera, en sus conquistas nocturnas o simplemente muy lejos de Londres, solo una vez le había encontrado en casa practicando deporte y solo porque tenía que madrugar al día siguiente. ¿Tal vez le sucedía lo mismo en aquella ocasión?
—Hola —dije a pesar de que el ruido de las puertas del ascensor y mis zapatos de tacón habrían debido advertir mi presencia.
—Veo que te estás adaptando muy bien a la ciudad, ¿Te ha dado un tour tu amigo el francés?
Su pregunta me hizo fruncir el ceño, ¿Y a él que le importaba?, ¿Era quizá un modo de sonsacarme información o tal vez solo un argumento con el que crear conversación?
—Por supuesto —dije simplemente para dar por zanjada su pregunta sin entrar en detalles sobre mi relación con Ètienne.
—Eres consciente de que no puedes mantener ningún tipo de relación a largo plazo, ¿Verdad? —comentó mientras le veía servirse lo que parecía ser una cerveza en una copa ancha.
¿Qué acababa de decir?
—No sé a que te refieres —dije sin comprender a que se refería realmente.
—Me refiero a que no puedes tener un amante —soltó con tanta normalidad que casi me costó procesar a lo que se refería.
¿Perdona?, ¿Y él si?
—¿Y tú si? —solté realmente cabreada.
—Yo no tengo ninguna amante, lo mío solo son aventuras que duran una sola noche —mencionó apoyándose sobre la barra que separaba la cocina del salón.
—Gracias por aclarármelo —dije con ironía, sabiendo perfectamente que él se acostaba con una mujer diferente cada noche.
Alexander parecía demasiado tranquilo, como si estuviera tratando uno más de sus negocios sin tener presente que en realidad estábamos hablando sobre el hecho de acostarnos con otras personas y aquello sinceramente me parecía demasiado frío a pesar de que nuestro matrimonio no fuera real.
—En ese caso, ya puedes despedirte de tu amiguito el francés —dijo dando un largo trago a su vaso y apoyándolo sobre la encimera mientras parecía satisfecho consigo mismo.
—No te preocupes —contesté tratando de parecer calmada—, no era él con quien quedé esta noche —añadí guiñándole el ojo y sonriendo como si me creyera una innata conquistadora, cuando la cita con Magnus no había tenido pretensión alguna, aunque su propuesta pudiera parecer indecente entraba dentro de la normalidad tratándose de arte—. ¿Vas a salir? —pregunté solo por cambiar de tema.
—Quizás —contestó a secas sin saber él mismo lo que haría. Llevaba toda la semana fuera y siendo sincera no sabía como era capaz de soportar ese ritmo de vida donde cada noche dormía en un lugar distinto y muchas veces pasaba semanas lejos de casa.
Iba a marcharme, lo cierto es que me había quitado los zapatos mientras hablábamos para cogerlos y subir las escaleras descalza, no sabía si Alexander quería o no compañía para hablar mientras decidía si salir o no esa noche, pero me apetecía darme una ducha y acostarme para estar realmente descansada el primer día de universidad, pero las palabras salieron de mi boca antes siquiera de poder pensarlas con racionalidad.
—¿No te cansas de ese estilo de vida? —pregunté sin más.
La pregunta pareció sorprenderle, al menos por sus cejas levantadas fue lo que pude intuir, pero rápidamente cambió el gesto y torció su sonrisa, esa conquistadora de la que estaba segura que cualquier mujer se derretiría.
—¿Cansarme? Tengo lo que quiero, cuando quiero y como quiero. No le debo nada a nadie, ni tengo que estar disculpándome, teniendo que rendir cuentas o discutir por llegar tarde o por mirar a una mujer cuando pase —concluyó tajantemente—. No, por supuesto que no estoy cansado y probablemente jamás lo esté —aseguró cruzándose de brazos seguro de sí mismo.
Tal vez si se tratara de otro hombre y de otras circunstancias podría haber pensado que altas más torres habrían caído por su propio peso y que finalmente encontraría a la mujer que le haría pensar de otro modo, pero en el caso de él estaba completamente segura de que no sucedería, de que nada podría hacerle cambiar a Alexander D'Angelo y comencé a no estar del todo segura si sería capaz de soportar así toda una vida.
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La Esencia de Azhar
Romance[Ya A La VENTA] Disponible en Amazon III LIBRO DE LA SAGA FLOR - SE PUEDEN LEER DE FORMA INDEPENDIENTE. Azhar Rashid es la única princesa de los Emiratos Árabes, hija del gran califa Mijaíl Rashid...