XXIII

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He vueltoooooooooooo flores! Aunque con mucha penita por terminarse mis vacaciones, regreso!

No pretendía ser esa mujer, desde el principio tuve claro que clase de hombre era Alexander y que no entraba en el prototipo ideal que siempre había imaginado, su físico era impresionante, no podía juzgar nada respecto a aquel atrayente cuerpo que...

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No pretendía ser esa mujer, desde el principio tuve claro que clase de hombre era Alexander y que no entraba en el prototipo ideal que siempre había imaginado, su físico era impresionante, no podía juzgar nada respecto a aquel atrayente cuerpo que volvía loca a la mayoría de féminas, de ahí que no tuviera problema alguno en encontrar compañía cada vez que la buscaba, pero el simple hecho de que no buscara nada más que sexo en aquellas relaciones, de que no intimara y ni siquiera pretendiera buscar un acercamiento decía mucho de él.

«Tu sabías esto Azhar. Lo sabías y lo aceptaste» me recité.

Si. Era cierto. Yo lo sabía, pero una parte de mi pensaba que no sería tan descarado, que tal vez incluso fuera lo suficientemente caballero para pasar desapercibido y en cambio, él no trataba de ocultarlo, pero... ¿Podría soportarlo el resto de mi existencia?, ¿Podría mirar hacia otro lado mientras él salía cada noche y continuábamos siendo dos completos extraños?

Sabía que no. Era consciente que no, pero no tenía otra alternativa dadas las circunstancias.

—Estupendo —dije solo por terminar aquella conversación y tener la excusa de marcharme—. Estoy demasiado cansada, creo que iré a dormir para estar fresca mañana.

En realidad no tenía sueño, probablemente tardaría varias horas en conciliarlo, pero no me apetecía quedarme allí manteniendo una conversación absurda y que él me reiterase que no podría enamorarme.

—Que descanses —mencionó y guardé silencio, simplemente subí las escaleras y me deslicé en mi habitación.

«Respira Azhar. Eres fuerte. Tú puedes con ello, solo es cuestión de tiempo que te adaptes, si él puede tener mil aventuras, ¿Por qué tu no?» cuestioné mentalmente.

Sabía la razón. Yo no era él. No era una insensible, misógina y egoísta. Yo no pensaba únicamente en mi y en mi propio placer. Yo deseaba más que una simple noche de pasión. Quería la complicidad, anhelaba la compañía y las noches en la que permanecer abrazada a alguien sintiendo la protección mientras dormía.

Nunca había tenido nada de aquello y por esa misma razón más lo deseaba, aunque la resignación no era algo que aceptara de buen agrado, en aquella ocasión la situación era superior a mis deseos, por más que me doliera en al alma, tenía que renunciar al amor para el resto de mi vida y saberlo hacía que quisiera revelarme y que con mayor frenesí; lo deseara.

Decidí no martirizarme pensando en ello, ¿Y si nunca conocía al hombre que robase mi corazón?, ¿Y si jamás se cruzaba en mi camino alguien lo suficientemente interesante que ganara mi atención? No iba a anteponer el problema antes de que llegara, simplemente viviría cada día con intensidad, con felicidad y aceptaría todo aquello que llegara.

La Esencia de AzharDonde viven las historias. Descúbrelo ahora