XXVII

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Probablemente mis mejillas se tiñeron de rojo y estaba absolutamente abochornada

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Probablemente mis mejillas se tiñeron de rojo y estaba absolutamente abochornada. En ese preciso instante fui consciente de lo que implicaba tener un hijo con él, de la intimidad que requeriría aquello y no podía creer que estuviera pasando, que estuviéramos pactando tener sexo era frívolo e irracional.

¿Cuándo se supone que empezaríamos?, ¿Esa misma noche?, ¿Ese mismo momento? No estaba mentalmente preparada para ello y era probable que jamás lo estuviera ahora que lo pensaba, pero yo misma me había metido en aquel berenjenal y ya no había vuelta atrás.

—Yo... esto... —comencé a decir porque en realidad no me salían las palabras—. Cuando se supone que...

—Adelantaremos la luna de miel, llamaré para decir que salimos esta tarde así que haz las maletas para un par de semanas, aunque pasaremos casi todo el tiempo en el barco —concluyó Alexander y le miré fijamente—. Tendré que atender y supervisar algunos proyectos pendientes, imagino que podrás faltar a clase, ¿no?

—No debería, pero puedo arreglarlo para que no suponga un problema —dije pensando que debería favores a mis compañeros desde el principio de curso—, pero deja al profesor Marcus en su puesto, lo que menos necesito ahora es que la gente piense que esa noticia es real y si le echan será evidente que lo pensarán.

Alexander se dejó caer en la pared y cruzó los brazos.

—Lo pensarán igual y él sabía donde se estaba metiendo, no debió tocar lo que no es suyo —decretó sin ningún tipo de titubeo.

—Marcus no sabía quien era yo realmente —determiné asumiendo que jamás le había hablado sobre mi procedencia.

—Por favor Azhar, ¿De verdad crees que no lo sabía? Tu apellido es lo suficientemente conocido para saber que ese tipo lo supo desde el primer momento que tuvo acceso a tu nombre completo, simplemente ha querido jugar el papel de mosquita muerta para acercarse todo lo posible a ti y conseguir lo que quería.

Me callé porque no tenía pruebas de que realmente fuera verdad que no sabía quien era, solo eran suposiciones mías, pero ¿Y si Marcus me reconoció desde el primer momento?, ¿Podría ser posible que su empeño en convencerme y todas esas citas fueran producto de tener como musa a una princesa?, ¿Era fruto del interés o de la inquietud que le había despertado? Lo cierto es que no importaba porque no volvería a verle, después de aquella noticia en la prensa evidentemente falsa y sacada de contexto, no volvería a tener relación con él y por lo que Alexander había determinado, no volvería a ser mi profesor de historia ni el de nadie de la universidad.

Una llamada de teléfono hizo que nuestra conversación finalizara y comencé a enviar mensajes a algunas de mis compañeras para avisar que por motivos personales me ausentaría unos días. Hice meticulosamente la maleta empleando más tiempo del necesario solo porque estaba demorando todo lo posible la llamada que tendría que hacer a mamá.

La Esencia de AzharDonde viven las historias. Descúbrelo ahora