19: Perpetuo

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Y habrá video en vivo al final, como acostumbramos, para hablar de la novela.

***



—Es la primera vez que veo a Quentin realmente interesado en un debate sobre los republicanos —Bry dice.

Contemplo a Annie, allá en el podio de la clase de debate, que está liderando un Hulen descansado y sonriente. Parece que ha disfrutado de cada pulla que los presentes le han arrojado a Annie ahora que le tocó defender un tema. Reside entre los hijos de un montón de capitalistas que, hasta que no cumplan por lo menos treinta, nunca se han preocupado por nada en el mundo, mucho menos por dinero. Y ella... tiene la enseñanza de su padre, que se ha arraigado en lo más profundo de ese corazón tan noble que Dios le dio.

—No está interesado en el debate.

—Sí, pero se lo nota muy atento.

—Bryant, dormí muy mal, lo que menos necesito es escucharte con esas regañinas o la insinuación de que Annie perdonó a ese imbécil.

—Yo sé que no estás de humor, pero cuidar de Annie se te convirtió en una tarea que ella no te pidió. No sé, amigo, a lo mejor lo que tienes que hacer es resig...

—Abortar el tema de las armas nucleares es absurdo —alzo la voz justo cuando Annie responde a una queja de la idiota de Valerie, que no tiene ni idea de la Segunda Guerra Mundial, ni de bonos ni de la negligencia al premeditar los actos de los japoneses—. La compañera se leyó Mi Lucha, su perorata no tiene fundamento alguno.

Hulen me mira con los ojos entornados. Está a punto de mandarme una amonestación, pero, por el contrario, se dispone a esperar a que Annie prosiga.

Ella, con los ojos clavados en mí, enarca una ceja.

—Las bombas nucleares marcaron un antes y un después en la economía del país.

—Sí, nos dejaron en la ruina por treinta años —insisto.

A mi lado, noto que Bry se pasa la mano por la boca, como si supiera lo que se avecina. Annie me ha demostrado que pueda ganar cualquier batalla en mi contra, por muy abisal que esta sea; aun así, sus escrúpulos y los míos tienen que encontrarse, como una valla electrificada, hacer choque y emitir chispas.

Es la única forma en la que se dará cuenta de lo mucho que me puede su mutismo. No es un silencio de palabras, ese ese pretexto, la inacción, la mirada evasiva y la caricia que no puedo darle cada vez que quisiera.

—Estoy seguro de que el tema se puede desarrollar mejor —la defiende Hulen.

Ella no ha dicho nada y, cuando el profesor enciende las luces frontales de la sala, se hace patente que la furia de Annie está completamente dirigida en mi dirección.

Otra maldita vez.

—Bien, nos ha quedado claro que Mi Lucha no es una buena referencia para tocar temas autodidactas. Habiendo abordado el socialismo desde su tronco, encontraremos fuentes de mayor calidad. Hitler era un grandioso orador, pero es posible que su ideología yaciera más en el resentimiento en contra del rechazo social sufrido, y no realmente en la pureza de su casta. A fin de cuentas, los tiranos y los fascistas no son más que personas que, en algún punto de sus vidas, perdieron por completo su control propio. Nosotros, la sociedad, nos negamos a ser su conejillo de indias, quizá sea la única forma de enfrentarlos.

Cada demonio tiene su ángelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora