20: Veneno

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Algunos capítulos son cortos porque, si recuerdan, en realidad CDTSA era parte del mismo primer libro. Entonces, hoy subiré dos. Que los disfruten. 

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Estoy confiando con fervor en la fortaleza física de Annie mientras el rebote de la pelota resuena en toda la cancha. A lo lejos alcanzo a distinguir la gran cerca hecha de malla que linda con el bosque; es el límite por donde una vez Dalila avanzó hacia nosotros, medio muerta.

Annie le ha lanzado un movimiento a Vicky, una chica que últimamente se ha puesto más en forma que ella; decirlo me sobrecoge un poco: implica que la condición física y mental de Anabelle también se ha visto afectada. Me amilana un pensamiento tan solo unos segundos, pero no logro evitar imaginarme que es más frágil y que también ha llegado a extenuar todas las fuerzas de las que era capaz.

Echo un vistazo a la otra competidora y en ese camino me encuentro a Quentin, que está subiendo por las gradas. Para mi infortunio, nadie ha podido acompañarnos al enfrentamiento así que mi primera suposición es que tendré que enfrentar a ese sujeto yo solo.

Me paso la mano por el cabello en un acto que me sabe a desesperación. Aunque nada directo me haga detestar a este muchacho, es verdad que en un inicio formó parte de varios de los eventos que acosaron a Annie.

—Hola, Dev —se ha sentado a mi lado, imitando mi posición—. Annie tiene el brazo flojo esta tarde...

Parpadeo con pereza, sin intenciones de entablar una conversación acerca de mi novia, que se pone las manos en la cadera en ese instante, al tiempo que les entregan otra pelota; Vicky ha mandado una al otro lado de la cerca. Noto que le están imprimiendo demasiada pasión a la entrega.

Por el rabillo del ojo, aprovecho uno instante la distracción para mirar a Quentin, que tiene la nariz roja por el viento gélido que sopla en estos momentos. De vez en cuando caen gotas de lluvia, enormes y frías, como si de un instante a otro se fuera a desatar un chaparrón inhumano.

Pese a que no tengo ánimos de ponerme a discutir las habilidades de Anabelle precisamente con él, sacudo la cabeza. En la entrada de la cancha se forma un batiburrillo al notar que Annie arroja un golpe con toda la fuerza que puede permitirse y eso descontrola a Vicky, que le sonríe abiertamente. Ha perdido la pelota y con el repentino movimiento es evidente que el tanto será para Annie.

Mi corazón reboza alegría por unos segundos, hasta que Benjamin también aparece en mi campo de visión.

Quentin ha echado la cabeza atrás y suelta un resoplido. Entonces capta mi atención.

—No pensé que te gustara el tenis —le digo—. Ni el debate.

—Soy apasionado de otro tipo de deportes —dice él en tono átono—. Pero sí hay algo que debo admitir desde hace algún tiempo, y creo que no hay mejor forma de saber qué se traen que estar cerca de uno de ustedes. —Me regala una breve mirada, sorprendiéndome un poco nada más—. Quiero hablar, es todo.

Con mirada críptica busco su rostro. Sus ojos también se concentran en mí y lo que veo es un aire de inseguridad. Lo conozco muy poco a modo personal, sin embargo, es cierto que más allá de las bravuconerías de cuando estaba Landon, lo que sé de él es que su familia es rica y ha podido pagar la matrícula en Stanley.

—Supongo que también con Annie quieres hablar —espeto.

—Al principio creí que ella lo entendería sola, pero tiene una costumbre ridícula de ser poco objetiva cuando se trata de ustedes...

Cada demonio tiene su ángelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora