32: Por ti

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Un hombre larguirucho se ha sentado frente a mí, con ese aspecto de los leones acechando a su presa. No estoy habituado a apartar la mirada de nadie, pero en este momento es lo mejor que puedo hacer.

—Entonces estuviste ahí por casualidad —alude nuevamente.

Pongo las manos unidas sobre la mesa.

—Yo estaba ahí porque era la cafetería, no por casualidad. Pero Josh... no sé si esperó a que llegara...

—Algunos testigos dicen que estaba sentado en la última mesa de la puerta interior. Probablemente no lo viste al entrar. —Se ajusta sus gafas al puente de la nariz—. Tuvieron suerte, tus amigos y tú. Por lo que dicen los reportes acerca de los fallecidos... —Frunce un instante los labios, evidenciando la dificultad en sus palabras— Era por ti, y para ti.

—Me culpó por el suicidio de su hermano. No lo justifico pero sí lo entiendo.

—Devon, hay una cosa que no termino de entender.

Mis hombros se tensan en cuanto lo escucho. La imagen auditiva que llega a mi cerebro me genera un escalofrío instantáneo, casi tan repugnante como la sangre de Eckhart embadurnando mis pantalones.

—Yo no entiendo nada —sonrío—. Escuche, no sé por qué Josh hizo lo que hizo. Quería descargar en mí su furia, es comprensible, pero mató a personas que no le habían hecho nada. Aun si yo simbolizaba para él la destrucción de su familia, pudo haberme disparado sin problema.

—Supones que lo que hizo fue para vengarse de alguien más.

—Oficialmente Stanley no forma más parte de la Ivy League. Ningún senador se ha posicionado en favor de los Lincoln o la familia de Catherine. Esa universidad dejará de existir... Si Josh no hubiera hecho lo que hizo, el escándalo habría sido sepultado por aquellos que sostienen la pala.

Ante la firmeza que le ofrezco, el hombre se limita a sacudir la cabeza.

—Gracias por venir.

Bajo la mirada hasta que encuentro la imagen lustrosa de su insignia.

Él sabe que no estoy aquí por su petición de dar un testimonio. Fue una orden de mi familia y una súplica por parte de la gente que quiere llevar a cabo la ceremonia póstuma en el cementerio de Stanley.

Será un evento irrisorio para muchas personas, la redundancia del hecho nos aborda por todos lados y aunque se pretenda dar fin a todos los cuchicheos, dos personas murieron y cinco están hospitalizadas. Nadie ha salido a dar alguna explicación. Nadie se he mostrado solícito con la prensa y las cosas que se dicen en los medios se están convirtiendo en meras especulaciones.

Y mi familia... Los Vanderbilt han decidido lo que es mejor para sus vástagos en mitad de toda esta tormenta.

Al salir, en el pasillo me encuentro con el abogado de Angus y mi madre, que tiene las gafas puestas aun cuando en el interior del hotel todo el corredor está repleto de lámparas.

Nada más verme se incorpora y ajusta el abrigo a los hombros.

—Angus dispuso un vuelo esta tarde, estaremos en casa para la madrugada si hay buen clima.

—Te dije que me quedaré hasta que manden bloqueo —hablo por lo bajo—. Ve y cuida de Key. Los alcanzaré cuando no me quede nada por hacer aquí.

—Annie es residente de Buckley, Devon. Invítala a pasar unos días en casa si no quieres alejarte de ella, pero tu lugar está con tu familia.

Se adelanta un metro aprovechando que no tengo ánimos de intentar correr. No me interesa ir a prisa o avanzar más rápido que nadie que esté compitiendo. 

Cada demonio tiene su ángelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora