—No sé por qué, pero no está nublado y siento que Dios ha dado su permiso para que lo hagamos de una vez.
Benjamin está a un lado de mí, donde me he apoyado muy cerca de los guardias de Timothy. Sigo el curso de su mirada, allá a donde Josh alardea con la chica miembro de Hiedra; Elisa Duvois. Se graduará conmigo este año. Su cara es un amasijo de todas esas cosas que dan asco. Se nota, en cada gesto que me ofrece cuando el idiota de su acompañante no se da cuenta, lo mucho que le está costando permanecer allí.
Hago un cabeceo para indicarle que puede irse; lo acordamos en la reunión previa a la fogata, el sábado que pasó. Durante algunos segundos, todavía puedo saborear la seguridad que sentí cuando lo hablé con Bryant, quien permaneció en silencio con una cara de escepticismo.
—No lo hacemos nunca —intervino Eliot, con un rictus amargo en la cara—. Esto de abusar de nuestra posición...
—Josh está en igualdad de circunstancias —terció Ben, sin despegar la mirada de Bry.
Al ser el único que puede conseguir que su padre nos ayude a verificar cualquier cosa que averigüemos de la boca de Josh, se mostró muy reacio a recurrir a este método.
A mí no es que me importen demasiado los medios: siento que el reloj es uno de mis peores enemigos, que debo aprovechar ahora que el tema está fresco para que la gente que se mantuvo al tanto no lo olvide.
—Sus circunstancias me tienen sin cuidado —respondí.
—Últimamente muchas cosas te tienen sin cuidado. No sé si todo esto es de verdad por Annie o porque el senador Eckhart le hizo la guerra pública a tu tío.
—Bryant, eso ya es exagerar —repuso Eliot.
El aludido negó con la cabeza, mirándonos a todos.
—Quieres usar la fuerza para conseguir una confesión por parte de un tipo imbécil. Si esto llegara adonde quieres, frente a una corte no tendría validez. Lo siento mucho, no quiero ser cómplice de que te metas en líos.
—No me meteré en líos —le expliqué, ya hastiado—, ellos están en un lío con nosotros. Y todo esto tendría sentido, tu negativa y tu miedo, si acaso piensas que Annie nos dijo mentiras.
Ese fue el único modo en el que se quedó callado. No sé hasta qué grado sopesó las consecuencias o si de verdad el cariño que le tiene a Anabelle y el fatídico recuerdo del cómo la vimos esa noche en Terriers, ha sido el móvil para que su renuencia se termine.
—Lo haré —dijo con cierto aire de melancolía—. Tendrás que repartir tu herencia con nosotros si mi padre pierde su trabajo.
Eliot se replegó en su silla, suspirando con cansancio y dijo—: Todos tendremos que mudarnos a Corea.
Ahora que lo pienso; nada que tenga que ver con mis amigos ha cambiado mucho desde que nos hicimos tan unidos. He aprendido a mostrarme tal cual soy, sin mentir ante ellos, y la mejor consecuencia fue que me devuelven una lealtad sincera.
Benjamin se ha guardado las manos en los bolsillos de la chaqueta, mira a Annie y se cuadra de hombros como si supiera que esa es la señal que da comienzo a las paladas de la tumba que estamos cavando para nosotros. Sin embargo, sin hacer ningún movimiento, me quedo a la espera de que algo se interponga entre mis planes, los que he hecho de todos, y observo los ademanes de Anabelle hasta que se planta frente a mí.
Primero mira a Eliot, que alza la vista por encima de su cabeza.
—Elisa está en los baños —dice, asintiendo.
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Cada demonio tiene su ángel
Mystery / ThrillerLlovía, y ese día había recorrido el campus al trote, pensando que nada malo podría ocurrir. Hasta que se encontró de frente con ella... Y la miró a los ojos... Estaba llorando. Lloraba de forma desconsolada, como si la hubieran destrozado. Per...