Conocí a Tim durante una de las tantas reprimendas que me dio mi madre a lo largo de la adolescencia; con tres años más que yo, una sabiduría extraña y ese semblante de eterna preocupación siempre acicalándole el rostro, pasamos alrededor de tres meses sin hablarnos el uno al otro, y no fue porque no intentase entablar conversaciones cualquiera con él; en realidad, nunca he sido selectivo al elegir en quién invertir las palabras. Tim es metódico y se le nota; es inteligente y no puedes pasarlo por alto; yo lo noté en cuanto estuvimos en las mismas áreas de electrónica del enorme almacén que pertenece al grupo de su familia.
Por supuesto, al intentar acercarme, no tenía idea de que fuese el bien llamado príncipe real de Norteamérica. Nuestra forma de interactuar se convirtió en una rutina; lo observé atentamente sin dejar de notar que todas sus acciones, cada día, de cada semana, de cada mes, eran repetitivas. Es decir, después del colegio en Búfalo, yo tenía que pasar cinco horas en las vacaciones, durante mis breves lapsos en Manhattan.
Hasta que, por fin, un día se dignó hablarme.
Estaba comiendo con unos hombres mayores en la zona de descarga; su manera desgarbada de sentarse, sus ademanes nada pulcros, las sonrisas que esbozaba mientras hablaba de manera tendida con los cargadores de la zona de embalaje; no cuadraba con el sujeto taciturno, tosco y poco amigable que me encontraba todos los días. Y como buen hermano de Keyla Vanderbilt, hice un juicio inmediato basado en esa experiencia. Tim, en su desayuno, elevó la mirada para inspeccionarme.
En mi defensa, debo admitir que no entendía muy bien qué tenía yo que no me hacía merecedor de ninguna de esas sonrisas que, con soltura, les había esbozado a los hombres aquellos.
Así que lo encaré.
Sin premura, Timothy abandonó su expresión relajada y me mostró la que usaba conmigo; se irguió de forma lenta, mecánica, casi forzada, al tiempo que carraspeaba. Luego estiró la mano en mi dirección y, oficialmente, me dijo su nombre. Un nombre que mi familia conocía; lo conoce todo el mundo. Saben que sus padres murieron cuando él era demasiado joven, que su abuelo y tíos obtuvieron su cuidado, y que cuando termine los estudios tendrá que ocupar el puesto que su papá dejó vacante para él.
Las monarquías no se fueron de América en realidad, solo cambiaron de nombre. Y ahora, a los reyes los elige el pueblo; o eso creen. Porque el poder también es heredado. Después de saberlo, después de entender quién era aquel muchacho de peinado lamido, corte inglés, ropa de departamento, manías rígidas, mirada caída, expresión adusta, aburrida, lejana, ese chico es el mismo que acaba de tener un colapso por la presión a la que, de ninguna manera, puede someterse.
Lo estoy mirando hace varios minutos; el mayordomo que lo atiende le ha traído unas píldoras y le acaba de dejar un vaso largo, con un trocito de hielo dentro, en el que ha vertido agua; observo la caída del líquido dentro de ese prisma circular. El sonido que emite me devuelve a esta realidad en la que ahora me encuentro. Una en la que Annie asegura haber recordado la voz del predador que la atacó en Terriers.
—Dijo que fue Eckhart —gruño, aunque Tim tiene la mirada clavada en la enorme ventana de su despacho; las luces están apagadas.
Keyla las encendió al entrar: de lo que Timothy recuerda sobre el accidente de sus padres, son las luces. Alguien lo sacó del auto en llamas, volcado, lo llevó en brazos, lejos del accidente; sus padres, dentro, se quedaron allí y murieron. No pudieron salvarlos; Tim dice que recuerda el resplandor de la explosión, de modo que, cuando está tenso, cuando lo sobrepasa el ruido, cuando alguien lo presiona demasiado, se le nubla la mente; ansiedad, un ruedo gigante de síntomas cíclicos que lo llevan a un ataque de pánico.
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Cada demonio tiene su ángel
Mystery / ThrillerLlovía, y ese día había recorrido el campus al trote, pensando que nada malo podría ocurrir. Hasta que se encontró de frente con ella... Y la miró a los ojos... Estaba llorando. Lloraba de forma desconsolada, como si la hubieran destrozado. Per...