Gustabo movía una de sus piernas de arriba abajo sin parar, mientras esperaba junto con Horacio en el pasillo fuera del despacho de su padre sentado en una silla a que terminara de conversar con un civil.
Iban a decirle sobre aquel día que le pareció ver a su madre. Aunque estaba algo dudoso por si no le creía y se enfadaba pensando que estaba bromeando sobre algo así. De todas formas dejaría a un lado aquella inseguridad y se lo diría, esto era importante y serio.
Habían decidido que se pondrían a investigar el caso, pero... Siendo unos simples policías alumnos, ¿qué iban a poder hacer para encontrar pistas si apenas tenían permiso de sacar el arma? Necesitaban poder revisar cámaras, por ejemplo.
Y sí, habéis leído bien, "policías alumnos". Conway no le contó nada de que estuvo en el CNI infiltrado en una mafia, tampoco nada de ser subinspector ni inspector jefe, ya que no recordaba absolutamente nada de aquello tampoco. Lo más próximo a sus recuerdos es el día que fueron secuestrados junto con Torrente y... Bueno, ya sabéis qué pasó. Después ocurrió en comisaría el episodio del civil y la porra, y hasta ahí se quedó su memoria.
Finalmente la puerta del despacho fue abierta, y Gustabo se levantó esperando poder pasar. Horacio imitó su acción, quedando de pie cerca de la puerta, dejando el espacio suficiente para que se pudiera salir de la sala.
Salió por esta el civil con el cual su padre estaba conversando debido a algún problema, supuso. Este después de atravesar la puerta caminó unos pocos pasos, y su mirada terminó por encontrarse con la de Gustabo.
Aunque Gustabo tampoco estaba seguro del todo de que estuviera mirando hacia ellos específica y concretamente, pues el civil llevaba unas gafas de sol negras que ocultaban sus ojos casi por completo, además de una mascarilla también de color negra y una capucha que casi llegaba a cubrir toda su cara debido a su gran tamaño.
— Hola, buenassss — saludó Horacio tomando la iniciativa, que seguía aún al lado del rubio.
— Buenos días — Gustabo también se unió a saludar, no quería parecer maleducado.
El civil se quedó mirando a Gustabo un poco pensativo, hasta que de repente empezó a sonreír lentamente, o al menos eso les pareció ya que su mascarilla se había estirado levemente e igualmente alcanzaron a ver la pequeña arruga que se forma en los ojos cuando sonríes. Finalmente contestó — Oh, tú debes de ser Gustabo, ¿verdad?
— Así es, caballero. Gustabo García — confirmó asintiendo.
— ¡Ya veo, el hijo de Conway! — exclamó con impresión, usando tono amistoso. Levantó su mano para poder hacer un apretón de manos con el rubio, el cual accedió a hacerlo.
Esto provocó una ligera risa en Horacio. No era la primera vez que sucedía algo así desde que se supo lo de Conway; muchos le trataban como si fuera un famoso, una superestrella.
Pero su sonrisa no tardó en desaparecer cuando le escuchó pronunciar las siguientes palabras.
— Por fin te encuentro... — murmuró, repentinamente con un tono que para Horacio fue de lo más escalofriante. Mientras que Gustabo lo interpretó de distinta manera, como que llevaba tiempo queriendo conocerle en persona porque le hacía ilusión.
Horacio intervino separando al civil de Gustabo, así cortando el apretón de manos de una. Para que no fuera demasiado obvio y que el contrario no supiera que ya había empezado a sospechar de él, disimuló fingiendo que esa separación que provocó fue debido a que quería abrazar a Gustabo pasando uno de sus brazos por encima de sus hombros, apegándole a él en gesto cariñoso — ¡Bueno, venga! Que tenemos que hablar con el superintendente del robo de esta mañana.
Gustabo estaba un poco confundido por su comportamiento, pero aún así no dijo nada y asintió dándole la razón.
— Oh claro, perdona. No quería quitaros tiempo — se disculpó el civil, rascando su nuca un poco mientras se estiraba un poco hacia atrás.
— No se preocupe, caballero — le restó importancia el rubio.
— La salida está por allí — señaló Horacio, de forma directa diciéndole que se fuera a tomar por culo ya.
El civil no dijo nada más y "agradeció" la indicación del otro, algo irritado por su comportamiento borde y descarado.
Una vez que la figura del civil desapareció a lo largo del pasillo bajando por las escaleras, Gustabo miró a Horacio, quien aún lo tenía abrazado — ¿Qué ha sido todo eso? ¿Acaso estabas celosa, bebé?
— Gustabo, ese tío... ¿No lo has notado? — su semblante expresaba claramente preocupación.
— ¿Notar el qué, exactamente? — preguntó, aturdido.
— Su forma de hablar, sobre todo cuando dijo el "Por fin te encuentro...". Eso no iba a buenas, ese tío te estaba buscando para algo malo, algo está planeando — ya empezaba con sus teorías, siempre analizando cada mínimo detalle que le raye.
— ¡Bah, venga ya, Horacio! ¿No has visto ya cuántas veces se me ha acercado la gente? Yo creo que le hacía ilusión conocerme y ya está — dijo despreocupadamente.
— Gustabo... Recuerda lo que dijo el superintendente. Podrías ser el blanco perfecto de las mafias que buscan tener todo el control de esta ciudad, o que simplemente quieran herir a tu padre, tienes que estar atento y tener cuidado... — hablaba totalmente en serio. Le preocupaba que llegara a sucederle algo, no quería volver a perderle, no de nuevo. Haría lo que fuera necesario para protegerle y mantenerle a salvo.
— Hombre a ver, yo todo eso ya lo sé, tonto no soy. Pero tampoco tengo que estar todo el rato a la defensiva, si tengo que estar todo el rato atento a cualquier mínima cosa solo voy a conseguir agobiarme — le miró a los ojos.
— Lo sé, pero... Agh, no sé. Yo solo me preocupo por tí. Que sepas que me da igual si piensas que soy pesado, te lo repetiré las veces que hagan falta; que tengas cuidado — reiteró.
— Yo te entiendo, Horacio. Pero tú tranquilo, que no va a pasar nada — le sonrió con confianza, para transmitir mayor tranquilidad y seguridad.
— Bueno... Está bien. Te quiero, Gustabo — le estrechó entre sus brazos.
— Yo también... — le correspondió. Ya estaba acostumbrado a este lado tan cariñoso de Horacio, antes no lo mostraba tanto, pero últimamente lo hacía bastante.
Escucharon a alguien carraspear, por lo que giraron sus cabezas en aquella dirección, algo sobresaltados al no esperar ser interrumpidos.
Era Conway — Vaya... No sabía que mi hijo tenía un novio — alzó una de sus cejas.
Ambos se separaron rápidamente.
— ¿Cómo que novio, viejo? — insultó Gustabo, ofendido por el apodo o etiqueta que le puso a Horacio.
— ¿Viejo? Te recuerdo que soy tu padre, y serlo no me impide reventarte a porrazos — sacó dicho objeto y le apuntó con él, únicamente para meter miedo. Realmente no le iba a pegar, ya no era tan capaz de usar su lado violento con él, solo le salía ser suave y paciente últimamente, y eso lo sabían Horacio y Gustabo — No creas que estás a salvo. Si me tocas los cojones no te vas a librar.
— Eso está feo, oye — interpuso Horacio.
— Padre de mierda — habló nuevamente ahora el rubio, solo queriendo molestarle aún más, siempre fue uno de sus pasatiempos favoritos.
— Sois... Sois un dolor de cabeza, de verdad. Venga pasad, coño — guardó la porra y se hizo a un lado, cerrando la puerta una vez estos ingresaron en su despacho.

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Pogo.
FanfictionHace años, Gustabo empezó a acudir a un psicólogo tras notar cambios repentinos en su comportamiento debido al estrés que sentía día tras día. Las terapias no le servían de nada y todo iba a peor. Gustabo empezó a despertarse en distintos sitios de...