Hace años, Gustabo empezó a acudir a un psicólogo tras notar cambios repentinos en su comportamiento debido al estrés que sentía día tras día. Las terapias no le servían de nada y todo iba a peor. Gustabo empezó a despertarse en distintos sitios de...
Conway tomó asiento en la gran silla de su escritorio, mientras soltaba un pequeño suspiro tras terminar de escuchar toda la historia que le estaba contando su hijo.
— A ver si me entero de la película... — habló serenamente, apoyando sus manos sobre la mesa — Estabas patrullando junto con Horacio. Él iba conduciendo de camino a un código 3, y mientras tanto tú mirabas por la ventana para controlar las zonas por las que pasabais y así asegurarte de que no pasabais nada por alto... Es así, ¿no? — ambos asintieron, por lo que continuó hablando —Hasta ahí todo perfecto, ningún problema. Pero de repente viste a una mujer por la calle, que se parecía a tu madre.
— Sí, se estaba adentrando en un callejón. Paramos el coche y regresamos allí donde la había visto, pero ya no estaba, ya se había ido... La perdimos de vista — intervinó Gustabo, terminando él la explicación.
Conway volvió a suspirar, llevando una de sus manos a su cara, manoseando su frente tratando de asimilar toda la información.
— No es que no te crea, hijo. Pero... ¿Estás completamente seguro, no la habrías confundido sin querer? Piensa que la viste yendo en un coche en marcha, no pudiste verla con claridad — apartó su mano de su cara y le miró esperando respuesta.
— Ya, iba en un coche en movimiento. Pero te juro que lo ví como a cámara lenta, y era igualita a mamá en las fotos que me enseñaste. Aunque claro, un poco más mayor, ha pasado tiempo — se notaba la insistencia y seguridad en su voz.
— Bien. Te creo — se arrastró junto con la silla hacia la izquierda, quedando frente al ordenador que tenía en su despacho — En este ordenador tengo acceso a las cámaras de seguridad de toda la ciudad, me llegan nuevas grabaciones cada dos horas.
— Uf, pues tendrás que tener el ordenador petadísimo... — dijo Horacio haciendo una mueca.
— No, porque los vídeos se van borrando a medida que me llegan otros. Es imposible que almacene todos — explicó Conway mirándole.
—Pero, entonces... ¿Cómo vamos a revisar las grabaciones? Fue hace varias horas, ya estarán borradas — Gustabo frunció su ceño.
— Ah bueno, pues entonces hay que ir a la zona donde la viste. Pediremos las grabaciones a los locales cercanos de allí, así de sencillo — quitó la vista de encima de la pantalla, ya sin intenciones de usarlo.
— ¿Ellos no las tendrán borradas también? — preguntó dudoso Horacio.
— No. Aquí la eliminación de grabaciones es cada dos horas porque me llegan las de toda la ciudad, una auténtica barbaridad. Mientras que los locales únicamente tienen las de su zona, que es poco, por lo cual la eliminación es semanal. Tienen grabadas las 24 horas de cada día de la semana, y cuando llega la siguiente semana empiezan a eliminarse ya las de la semana pasada uno por uno según pasan los días.
— Ahh ya entiendo, ya entiendo. Pues entonces vayamos al sitio, venga — Gustabo se levantó de su asiento, siendo imitado por Horacio y Conway, quienes hicieron lo mismo.
— ¿Tú te acuerdas de dónde era? — Horacio miró a Gustabo mientras caminaban casi a la par, saliendo del despacho.
— Hombre, por supuesto. Yo os llevo, de eso no te preocupes.
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