Capítulo 35

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NOTA DE AUTORA:

¡Hola! Reviví, al igual que Gustabo JAJAJA (no me peguéis, por fa)

¿Qué mejor forma de celebrar el regreso de nuestra sirena que actualizando la historia?

Disfrutad del capítulo, son 2.000 palabras 🤍

Ahí estaba Gustabo, todavía tumbado en la camilla pero esta vez con los ojos abiertos y fijos al techo

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Ahí estaba Gustabo, todavía tumbado en la camilla pero esta vez con los ojos abiertos y fijos al techo.

Parecía que no se había dado cuenta de la presencia de los otros dos, quienes le miraban desde la puerta todavía tratando de procesar todo.

- ¿Gustabo? -preguntó Horacio mientras se empezaba a acercar con pasos lentos.

Hubo una ligera reacción en el rubio, moviendo levemente la cabeza en aquella dirección de donde provenía aquella voz que se le hizo familiar.

Horacio tenía un impulso enorme de lanzarse contra él para abrazarle y no soltarlo hasta dentro de un buen rato, pero por suerte lo meditó y supo que no sería buena idea, pues apenas acababa de despertar de un coma y aunque su cuerpo haya sanado las heridas podría sentir molestia de todas formas.

Se conformó con simplemente tomarlo de la mano.

- No sabes cuánto te he echado de menos... ¿Cómo te encuentras? -procuró no hablar mucho aunque se muriera de ganas de hacerlo, no quería agobiarlo tampoco.

Gustabo no respondió, sólo se quedó mirándole.

Conway apareció detrás de Horacio y dudó un poco pero también terminó por sentarse al lado de la camilla.

Estaba preocupado porque sabía que a partir de ahora todo iba a cambiar e ir cuesta abajo en cuanto a su relación con su hijo, no estaba seguro de ser capaz de poder tratar emocionalmente con él, pero lo intentaría.

- Hijo...

La mirada de Gustabo no expresaba nada, estaba vacía e inexpresiva. Acabó apartándola, mirando hacia arriba mientras seguía en silencio.

Horacio y Conway se miraron entre ellos.

- No te preocupes, es normal. Hay que darle tiempo... -tranquilizó Conway.

- No se habrá olvidado de nosotros, ¿no? -el chico de cresta se suponía lo peor.

- No, hombre, no. Sólo está aturdido -respondió con total seguridad.

- Gustabo -le llamó nuevamente, sintiendo que reaccionó otra vez, esta vez moviendo los dedos de la mano que le estaba agarrando. Le empezó a dar mimos en la mano, acariciando suavemente-. Estamos aquí contigo, somos Conway y Horacio...

- Lo mejor será que lo dejemos descansar, vamos a hablar con la enfermera que está a su cargo, que nos cuente un poco su situación y cómo debemos tratar con él -aconsejó Conway, no quería incordiar la recuperación de Gustabo, le daba miedo empeorar las cosas en vez de ayudar.

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