Conway nunca se había sentido tan completo. Era una absoluta maravilla llegar a casa y poder descansar junto a tu esposa e hijo.
Gustabo ya casi vivía allí prácticamente, no se despegaba ni de su madre ni de su padre. Horacio iba de vez en cuando a hacerles una visita, se quedaba a comer y a dormir.
Todo estaba yendo tan bien que terminaron bajando la guardia sin darse cuenta, empezando a confiarse demasiado.
— Uf... Qué ganas de tocar colchón y echarse una buena siesta — dijo Horacio mientras se estiraba, al mismo tiempo que salía por las puertas de comisaría acompañado de Gustabo.
— Ya ves... Hoy sí que estuvimos liados, eh. Menudo código 3, ¿cuántas horas hemos estado? — le miró mientras fruncía su ceño.
— No lo sé. Quizás unas... Cuatro horas o así, por lo menos — calculó aproximadamente.
— Joder... Bueno, mereció la pena tener paciencia, ese cerdo está comiendo rejas ahora — se burló el rubio soltando una risa maliciosa, a lo cual Horacio asintió también riendo levemente.
Ambos subieron al coche en sincronía, colocándose el cinturón.
— ¿Quieres dormir hoy en mi cama? — preguntó Horacio mientras encendía el coche — Bueno a ver- no en mi cama. En mi casa.
— Nah, creo que hoy voy a mi apartamento. Voy a ver Netflix mientras ceno tranquilito y después a dormir. Que hace mucho que no tengo tiempo para mí mismo.
— Vale. ¿Te llevo a tu departamento entonces o al garaje central?
— Garaje central. Voy a sacar el coche y lo llevo pa' allá, así mañana voy directo a trabajar sin que tengas que recogerme tú.
— Vale — sin decir nada más, arrancó el coche y empezó a conducir hacia garaje central.
Qué satisfactorio era pasear por la ciudad por la noche, las calles estaban vacías y silenciosas, sin gente dando por culo. Sin duda, la noche era la mejor hora.
Finalmente llegaron, y Horacio aparcó en la acera dejando que el rubio se bajara tras despedirse de él para después irse.
Gustabo sacó su coche y se subió. Pero antes de siquiera ponerlo en marcha, su móvil vibró dentro del bolsillo de su pantalón.
Lo sacó y encendió la pantalla para ver el mensaje tras la barra de notificaciones, sin querer entrar al chat directamente por si le daba pereza en ese momento hablar con la persona que le había escrito.
Pero al ver que se trataba de su madre entró en la aplicación y seguidamente al chat; Le había enviado una ubicación.
Cielo. Estamos aquí tu padre y
yo tomando algo.
22:46¡Vente!
22:46Gustabo lo meditó un poco. Estaba bastante cansado, y tenía ganas de estar solo a su rollo, no le apetecía demasiado salir fuera a tomar algo.
Bf... Es que estoy muy cansado.
22:48Me paso a saludar y me voy, ¿vale?
22:48Vale, no te preocupes.
22:48Guardó el móvil una vez había marcado dicha ubicación y se dirigió hasta allí.
Suspiró exhausto por el GPS, siempre tenía que llevarle por caminos sin sentido de tierra, con la tensión de que se le pudiera pinchar alguna rueda del coche por culpa del terreno rocoso.
Finalmente llegó a la ubicación. Y... No era un bar.
Se bajó del coche para poder inspeccionar y analizar mejor la zona. Era como una zona de campamento rural, estaba lleno de tiendas de campaña, fogatas, sacos de dormir... Y al lado del descampado había una gran caseta a medio construir.
Se acercó a esta con pasos lentos y sigilosos, sin dejar de mirar a todos lados, cubriéndose la espalda a sí mismo.
Terminó por adentrarse en la caseta una vez hubo comprobado el exterior, ahora tocaba el interior.
Debería haberse ido de ahí mientras pudo.
Nada más ingresar se topó de frente con un hombre enmascarado y armado apuntándole.
Gustabo fue ágil, sacando con suma rapidez su pistola pesada manteniendo la mirada fija y concentrada en el objetivo. Hizo una voltereta cuando tuvo el presentimiento de que le iba a disparar, esquivando sus balas. Acabó escondido detrás de unos viejos contenedores, y esperó a que el contrario tuviera que recargar su arma para así poder aprovechar y atacar él. La oportunidad llegó, asomó la mano y disparó una sola vez consiguiendo que la bala alcanzara su cabeza.
Bendita sea la decisión que tuvo de practicar a disparar con su padre.
Salió de su escondite aún llevando el arma en alto, obviamente desconfiado. Se acercó al cuerpo inerte del señor, y se agachó para poder cachearle. Encontró en uno de los bolsillos de su chaleco el móvil de su madre con su chat abierto; Él fue el responsable de enviar los mensajes.
¿Mi madre estará bien...? Pensó preocupado.
Se levantó y guardó el arma, ya que dio por hecho que el sujeto había realizado todo esto en solitario sin intervención de nadie más, ya hubieran atacado nada más un compañero sea abatido. Además, el abatido no llevaba radio con él. Sacó su móvil sin perder más tiempo, debía informar de esto a su padre de inmediato, su madre podría estar en peligro.
Fue un gran descuido de su parte. Cuando menos se lo esperó, fue apresado desde por detrás, dejando caer su móvil por el susto.
— Pero qué- — gruñó Gustabo mientras se removía, llevando sus manos hacia el brazo que le apretaba el cuello tirando de él hacia atrás buscando liberarse como podía.
Todo pasó muy rápido a partir de ahí. Sintió el filo de una aguja introduciéndose en el lateral de su cuello, un dolor inteso y agudo se apoderó de él, y un fuerte mareo lo golpeó abruptamente.
Soltó un pequeño gemido lastimero, sentía como su cuerpo iba perdiendo fuerzas, pero aún así no dejó de luchar. La persona que lo tenía apresado le apretó firmemente contra él para contrarrestar sus movimientos, y así evitar cualquier posibilidad de escapar.
Su cuerpo y su mente empezaban a sentirse demasiado cansados, no podía pensar con claridad e iba perdiendo toda movilidad. Todo a su alrededor empezaba a tornarse oscuro y borroso.
Ayuda...
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Pogo.
FanficHace años, Gustabo empezó a acudir a un psicólogo tras notar cambios repentinos en su comportamiento debido al estrés que sentía día tras día. Las terapias no le servían de nada y todo iba a peor. Gustabo empezó a despertarse en distintos sitios de...