Capítulo 6

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— ¿Me explicas tu comportamiento de mierda? — exigió Conway, mirando a través de las rejas de la celda a Gustabo mientras se cruzaba de brazos. Le había encerrado ahí para evitar que hiciera algo más.

— ¿De verdad hace falta que esté encerrado aquí? Si estoy esposado, qué coño voy a hacer así — se acercó a los barrotes para encararle.

— ¡Es por seguridad, anormal! Me has agredido a mí y a un civil, ¡al civil casi lo matas a porrazos! — gruñó con enfado.

— Bueno, pues la próxima vez no se ponga en medio y así no le doy. Yo tenía mis motivos — rodó los ojos.

— Pues venga, me los vas a explicar — dejó de cruzarse de brazos.

— ¿Aquí en la celda? ¿En serio?

— Sí. Y si veo que esto no avanza te llevo a una sala de interrogatorio.

— Pues que estoy hasta los cojones de que la gente venga aquí solo para contar mierda. Llegó ese y empezó a contarme no sé qué cosa para poner una denuncia, y antes de que siquiera sacara la libreta para apuntar la información se metió con mi físico así de la nada. Y claro, ellos se meten con nosotros y nosotros no podemos hacer nada, tenemos que jodernos.

— Mira, quiero que me expliques con detalle todo lo que ha pasado esta mañana que justifique tu comportamiento. Y quiero algo que me pueda creer — seguidamente abrió la puerta de la celda y le sacó de ahí, agarrándole por el brazo para llevarle a la sala de interrogatorio.

— Pero vamos a ver. ¿Usted cree que yo estoy loco o algo así o qué?

— Solo quiero que me expliques qué cojones te pasa.

Caminaron hacia dicho sitio, y cuando llegaron hizo que se sentara en una de las sillas. Horacio se sentó también, en frente de Gustabo al otro lado de la mesa, y Conway se quedó de pie.

— Explícame, en detalle — se le quedó mirando fijamente, esperando a que este hablara.

— Lo que pasa es que estoy hasta los cojones de la policía, eso es lo que pasa. Siempre es la misma mierda — fue directo, sin filtros.

— ¿Cómo que "Siempre es la misma mierda"? ¿A qué te refieres? — quiso saber.

— Lo primero; Todo aquí son broncas y porrazos. No se hacen las cosas de otra forma. Y es que da igual si lo haces bien o mal, todo a golpes. Horacio por ejemplo, ¡él es un héroe! Abatió hace semanas a tres atracadores en un tiroteo, ¡a tres! Y cuando se lo contó a usted se burló de él diciéndole eso de que buscara la placa por el suelo, y unos policías que bajaban por las escaleras se rieron de él, lo humillaste.

— Sí... Y desde entonces todos en comisaría se ríen de mí — añadió Horacio con una voz apagada.

— Yo no te humillé. ¿Y cómo que se ríen de tí? ¿Qué te dicen?

— Mm... No lo sé, me lo dijo Gustabo...  — se rasca la nuca.

— Se burlan de él por lo de "héroe" y también por lo que pasó con Emilio, por ejemplo recreando cuando no podía andar por los disparos en las piernas y tenía que usar la silla de ruedas.

— Yo no he escuchado en ningún momento que alguien del cuerpo haya dicho algo en contra de Horacio — defendió Conway a sus agentes del CNP.

— Pues claro que no lo ha escuchado, qué coño va a escuchar si se pasa todo el día calentando la silla de su despacho sin salir de ahí sin trabajar — atacó Gustabo.

— ¿Vas a saber tú lo que hago y lo que no? Trabajo más que tú, gilipollas. Trabajo el doble de lo que trabajáis vosotros dos juntos — contraatacó esta vez Conway.

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