— ¡Detenga el vehículo, caballero! — advirtió Gustabo alzando la voz con la ventanilla del patrulla bajada por cuarta vez mientras Horacio conducía a toda velocidad detrás de él. Estaban en medio de un código 1, y el chico no se detenía, como era de esperar.
Horacio suspiró negando — ¿Deberíamos pedir ayuda por radio? Como se nos escape este también... Ya se han fugado tres, sin contar este.
— No necesitamos ayuda, nosotros solos podemos. Si las anteriores veces íbamos con tres agentes más y por número no conseguimos nada, es una pérdida de tiempo — dieron un giro brusco hacia la izquierda, casi perdiendo visual del vehículo.
— Bf, a este paso... — aceleró todo lo que pudo.
— Mira, ¿sabes qué? A la mierda — sin paciencia, sacó la pistola AP y empezó a disparar varias veces hacia el vehículo.
— ¡No, Gustabo! ¡No tenemos permiso de disparar! — Horacio gritó exaltado.
— ¡Que me las suda! — siguió disparando, tratando de acertar en alguna de las ruedas.
Para sorpresa de ambos, el conductor asomó su brazo y empezó a dispararles también con otra pistola, llegando a atinar un balazo en uno de los hombros de Horacio. Este soltó un quejido y perdió el control sobre el volante ante el inminente dolor, acabando con el coche al borde de un puente.
El delincuente escapó ileso de ahí sin dejar rastro. Gustabo dió un golpe a la guantera ante la rabia e impotencia que sintió. Se giró mirando a Horacio, ahora preocupado por el estado de su amigo.
— Mierda... ¿Horacio estás bien? — el nombrado asintió levemente, con una mueca de queja — A ver... Con cuidado, un paso en falso y... — alzó un poco la mirada viendo como el patrulla se balanceaba de un lado a otro, en cualquier momento pudiendo caer al vacío.
— Pide ayuda, pide ayuda. Que como nos pase algo nadie sabe dónde estamos.
— Voy, voy... A ver... — sacó la radio y la activó — Hola, ¿alguien me copia? Soy Gustabo, necesitamos ayuda.
Rápidamente Conway contestó — Hola, estoy. ¿Qué ha pasado y dónde estáis?
— Ya te contaré luego, ven rápido. Estamos a punto de caer por un precipicio — apuró con voz nerviosa.
— ¿Cómo? Manda 10-20 ya, corre.
Gustabo no perdió el tiempo y mandó su ubicación varias veces con las manos algo temblorosas.
— Voy de camino, no os mováis.
— 10-4.
Guardó la radio y revisó la herida de Horacio, retirando la mano del chico con cresta de ahí con suavidad, la cual estaba usando para presionarla y evitar su sangrado.
— ¿Cómo vas?
— Bueno... Estoy bien, un poco mareado solo.
— Tranquilo, ya están viniendo a salvarnos.
Gustabo se culpó mentalmente. Si no hubiera disparado nada de esto hubiera pasado. Pero no dijo nada ni se disculpó, se mantuvo en silencio. Aunque de todas formas, él sabía que Horacio no lo culparía.
— ¡Gustabo, Horacio! ¿Estáis bien? — se escuchó la voz de Conway de repente junto con el sonido de un freno.
— ¡Papu, aquí! — el rubio reaccionó rápidamente, llamándolo.
— Vamos a sacar el coche de ahí, no os preocupéis y mantened la calma, ¿vale?
Una grúa enganchó el patrulla y tiró de él, alejándolo del borde con cuidado. Una vez estuvieron a salvo, salieron del coche aliviados.
— Horacio está herido, llama a un EMS.
— ¿Horacio está herido? — lo confirmó tras ver el uniforme teñido de un tono rojizo por la parte del hombro — Había llamado a un EMS de antemano, no tardará en llegar.
Y efectivamente, llegaron al minuto, llevándose a Horacio al hospital. Conway y Gustabo se quedaron a solas entonces, y este último lo miró esperando recibir muchas preguntas o alguna bronca de su parte.
— ¿Qué ha pasado? — se cruzó de brazos, mirándolo fijamente.
— Estábamos en un código 1, en una persecución, ¿no? Y pues de repente el sujeto al que perseguíamos empezó a dispararnos, le dió a Horacio y como él estaba conduciendo perdió el control y acabamos casi cayendo por el puente.
— O sea... Que él abrió fuego así sin más, de la nada. No empezasteis vosotros, ¿verdad?
— Correcto — mintió.
— ¿Vosotros disparasteis de vuelta? Bueno, más bien tú, que Horacio estaba al volante — especificó, queriendo saber.
— Sí, claro. Intenté pincharle las ruedas pero no pude, tengo mala puntería.
— Mm... Y se escapó entonces — Gustabo asintió — ¿No recuerdas la matrícula o algún rasgo del vehículo? El color o la marca. Y también intenta darme una descripción del sujeto, de la ropa, pelo...
— El coche era un deportivo completamente blanco. Y la matrícula ni idea, imposible memorizarla, ni siquiera me fijé. El sujeto... Bf, recuerdo que llevaba una sudadera morada, y poco más podría decirte.
— Vale. Pues ve al hospital junto con Horacio y cuando salga seguís patrullando. Voy a salir de servicio para llevar mi coche al mecánico, si ocurre otra emergencia avisad a otro superior por radio — cerró la libreta que había sacado para apuntar la información y se subió a su patrulla.
— ¿Pero no lo íbamos a pagar nosotros? — preguntó confundido.
— Claro que sí, capullo. No creas que voy a dejar que os vayáis de rositas como si nada. Pero necesito el coche, coño. Me lo iréis pagando poco a poco, ya os diré la factura — y se retiró de allí sin decir nada más.
— Qué cabrón...
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Pogo.
FanfictionHace años, Gustabo empezó a acudir a un psicólogo tras notar cambios repentinos en su comportamiento debido al estrés que sentía día tras día. Las terapias no le servían de nada y todo iba a peor. Gustabo empezó a despertarse en distintos sitios de...