capitulo 60

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                          Damien

Los días fueron pasando demasiado rápido para mi gusto. Pero no podía realmente quejarme, había disfrutado  como nunca antes de este tiempo libre del trabajo. Estaba justamente pensando en todo lo que había pasado en este último mes y medio y en lo feliz que me sentía realmente. Es que quien no se sentiría lleno de dicha? Estaba casado con una mujer extremadamente perfecta, dulce, sensual. Que además era una madre dedicada y amorosa para nuestra pequeña Anastasia. Mis chicas habían  compenetrado de una forma apabullante. 
Mis ojos se fijaron en ellas en cuanto escuché la risa de don Pablo mientras las observaba. El, don Pablo se encontraba en paz ahora que veía a su nieta rodeada de amor verdadero pero podía notar como las fuerza se le estaban agotando y eso me preocupaba y dolía. El saber que no dentro de mucho le perderíamos, que mi pequeña princesa sufriría tanto al perder a su único abuelo biológico, al único que le ha cuidado desde su nacimiento antes de tenernos a nosotros...

- ( Anastasia ) Papi!! Papi!! Mami y yo queremos tocolate!!

Dijo con prisas y entre risas mi pequeña princesa adorada. Mis ojos la vieron sin poder evitar una enorme sonrisa en mi rostro. Que no haría yo por mis chicas?

- Tocolate eh?

Pregunte mientras me levantaba del sillón y la tomaba en mis brazos,  besé sus mejillas repetidas veces haciéndola reír infantilmente. Tach se levantó despacio del alfombrado piso y se acercó a nosotros, sus manos nos abrazó a ambos y  mis labios rápido fueron a los suaves y rojos labios de mi esposa para robarle un casto beso y le sonreía enamorado. Eran lo más sagrado de mi vida.

- ( Tach ) Tocolate y palomitas con caramelo. Verdad princesa!!

Aseguro mi mujer viéndonos con ojos brillantes y divertidos. Enarque  la ceja sin dejar de verlas y sonreí un minuto después al darme cuenta que estaban confabuladas para hacerme a mi cocinar.  Estas dos ...

- Sabes que lo que desees son órdenes para mi hermosa, pero antes de eso hay que pensar en la cena...

Mis dos chicas, la que aún estaba en mis brazos y la que nos tenía a ambos abrazados se vieron una a la otra un segundo y medio segundo después me vieron ambas formando un gracioso puchero cada una causando que tanto don Pablo como yo rieramos divertidos viéndolas.

- Que haré con ustedes dos eh?

Pregunte riendo  y besandolas a ambas mientras  don Pablo reía negando.

- ( Don Pablo ) Te tienen en sus manos muchacho...

Opino divertido el abuelo de mi hija a lo que ellas rieron aún más.

- Chocolate y palomitas con caramelo...
Una perfecta cena para disfrutar de una película de dibujos animados en familia los cuatro...
Que les parece?

Sugerí a lo que ambas aplaudieron felices. Y Don Pablo asentía divertido.
Entregue a los brazos de su a abuelo a mi pequeña princesa y antes que Tach pudiera reaccionar y escapar de mis brazos la sujeté por esas perfectas caderas y la pegué a mi cuerpo mientras besaba entre risas su suave cuello y evitaba que se alejara de mi.

- Usted no se me va a escapar señora Olivera!! Necesito ayuda y usted será mi perfecta asistente...

Ronronee sobre sus labios girandola  para verla a esos hermosos ojos que me tenían loco de amor. Sus manos sujetaron mi cuello aún riendo y respondió a la exigencia de mi boca igual ansiosa a como estaba yo mismo. 
Entre risas y besos guíe los pasos de Tach a la amplia cocina y la senté sobre la isleta central de mármol negro entre besos y caricias.
Dios!! Solo con sentir su presencia me excitaba y moría por perderme en su suave piel...

- Dam...

Gimió mi mujer en cuanto sintió mis manos meterse bajo su larga falda y alcanzar ese sexy trasero que me tenía loco de deseo...
Mi boca devoraba la suya y mis manos la acariciaban sin ninguna contención...

- Eres deliciosa pequeña...

Gruñi mordisqueando su piel.

- Muero por tenerte desnuda y jadeante bajo mi cuerpo...

Continúe hablándole con la voz completamente ronca de deseo.
Pero sabía que no podía aún saciar mi deseo por ella, y aunque tuviera que esperar unas horas más sabia que en cuanto nuestra hija se durmiera y don Pablo fuera a descansar también  podría cumplir mis deseos.
Adoraba saborear a mi esposa en cada rincón de esta enorme casa y no solíamos contenernos.
Después de todo aún estábamos como quien diría recién casados y era lógico que no pudiéramos apartar las manos uno del otro...

- Te amo Dam...

Gimió con la voz algo agitada. Eso me encantaba, que me dijera a cada momento que me amaba era algo sublime y me llenaba el corazón de dicha.

- Yo te amo a ti hermosa mía...

Un beso cargado de ansiedad y rudo para demostrarle cuanto la amaba y me separe de ella para encargarme de lo que debía.

A fuego lentoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora