capitulo 34

460 29 5
                                    

                          Nathacha

Sabia que me había expuesto demasiado, pero es que no podía evitarlo, Damien tenía ese extraño efecto en mi que me hacía decir las cosas sin medir las consecuencias.
Pero es que no pude evitarlo, llevaba dos dias pensando en que desde nuestra primera vez juntos no habíamos tomado ninguna precaución para evitar precisamente un embarazo y aunque antes de el no era virgen, tampoco era tonta y sabia que eso traería tarde o temprano sus consecuencias. Me asustaba pensar que Dam no quisiera hijos, pero tampoco me atreví a tomar yo mis propios medios para evitar un embarazo, muy en el fondo de mi corazón sabia que si algún día fuera madre sería de los hijos de el...
De mi esposo Damien  Olivera y si le perdía a el siempre tendría a nuestros hijos para recordar lo mucho que había llegado a amarle.
Si, le amaba. Se había metido desde el primer segundo bajo mi piel y se había proclamado mi dueño absoluto. 
Mis ojos no podían dejar de verle, mis manos no podían dejar de desear tocarle y mi cabeza no hacía más que revivir una y otra vez cada una de sus caricias, casa beso, cada cosa que el me habia mostrado y enseñado.

- En que esta pensando esa cabecita brillante tuya, Tach?

Preguntó observandome a un metro de distancia al tiempo que sostenía sobre sus manos una gruesa y peluda muestra de alfombra color negra y gris.

- Ah?

No pude responder, que le iba a decir? Que estaba recordando como me había hecho gritar su nombre cuando me tomo justo junto la columna de mármol? Que estaba recordando como sus dientes mordieron mis pezones arrastrándo mi cordura a caer por el precipicio de su asedio? Lo que aún horas después mi parte más intima sentía y recordaba el asedio de esa avariciosa lengua suya que sometía todos mis sentidos?
No eran cosas que se pudieran simplemente decir, menos aún en público.

- Tach? En que estas pensando?

Insistió en saber. Aclaré mi reseca garganta antes de responder apartando mis ojos de él y fijando mi atención en mis anillos se matrimonio.

- Nada, solo recordé algo. No tiene importancia.

Intente pasar por su lado para seguir con las compras, pero Damien era Damien y si algo sabía era leerme a la perfección. Además, no le gustaba que no fuera clara con el. Tomó mi brazo para detener mis pasos y me giró en redondo pegándome a su enorme y cálido cuerpo. Una de sus manos sostuvo mi cintura bien sujeta para que no me apartara de él  y la otra fue a mi rostro para apartar de mis ojos sorprendidos el cabello que le impedía mirarme con ese azul intenso que hacía todo mi cuerpo temblar y mi parte intima mojarse como si entrara en una cálida piscina.
Su boca se acercó a mi oído izquierdo y su ronca voz me causó un completo escalofrío cuando hablo en tono suave  y seguro...

- Te has excitado Nathacha, seguro que esa mente tuya estaba reviviendo algunas de las cosas que hemos estado haciendo y seguro que nuestros cuerpos estaban por completo desnudos...

Joder con mi esposo!! Podía leerme la mente?

- Yo...yo no...

Intente hablar, pero es que este hombre me ponía completamente nerviosa.

- Si meto mis dedos dentro de esas sexys bragas tuyas de encaje negro que me vuelven loco, apuesto que estarás muy mojada ahí abajo...

Susurró con la voz completamente ronca, su mano apretando un poco más mi cuerpo contra el suyo. Casi pierdo la fuerza de mis pies al sentir su dura erección. 
Mis ojos vieron los suyos, el azul de su mirada brilló por completo y esa sonrisa suya que me hechizaba se transformó a una completamente traviesa haciendo que mi cuerpo de pronto doliera incluso por lo que me provocaba.  Por instinto monje mis labios resecos y los ojos de Damien calleron unos largos segundos sobre ellos y luego volvieron a mis ojos.

- Voy a probar mi teoría Nathacha.

Advirtió, antes que pudiera reaccionar su boca estaba adueñándose de la mía con fuerza y delicadeza al mismo tiempo. Su lengua se adentró a mi boca sumisa y me saboreó completa haciendo que mis uñas se incrustan en sus brazos fuertes arrancando un gemido de mi garganta. Todo desapareció a mi alrededor, Damien se adueñó de toda yo y no pude ni quise resistirme, le dejé el control absoluto y valla si no lo tomo. Podría arrancarme la ropa aquí mismo y tumbarme sobre cualquiera de las mesas que estábamos viendo para el comedor principal de la casa para hacerme el amor aquí mismo y yo seguro que no lo detendría.
Estaba por completo loca.

A fuego lentoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora