capítulo 8

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                            Damien

Dejé  al cretimo ese de Martín tirado en el suelo y sangrando. Mis dientes dolían de apretarlos sin ningún control antes de regresar al coche junto a una preocupada Nathacha que bajo con prisa en cuanto volvió a verme salir de ese lugar.

- Damien yo...
- Sube a la camioneta Nathacha, es hora de irnos. 

Dije completamente serio.  Ella pareció entender que no tenía humor para que me contradigeran, tan solo guardo silencio e hizo lo que le dije sin discutir. Subi también sintiendo mi sangre hervir por dentro. Ese cretino no era más que un maldito, un niño rico que no sabía lo que significaba la palabra no y por eso hacía pagar a Nathacha,  porque le había rechazado. 
Conduje en completo silencio hasta el hotel, no estaba de humor para charla y ella estaba demasiado abochornada con lo sucedido. Podía entenderla, no era algo bonito que te vieran siendo humillada.
En cuanto llegamos al hotel el recepcionista  se acercó a nosotros algo sorprendido y contrariado a partes iguales, sabía muy bien el motivo las ropas de Nathacha aún coreaban cantidades importantes de pinturas y marchaban el piso .

- Señor Olivera, señorita Dominguez todo está en orden?

Pregunto algo contrariado. Por fortuna el tipo era discreto, no dedico más de una mirada a una incómoda Nathacha y fijo su atención en mi.

- Todo en orden, siento el desastre que caucemos, puede cargar los costos de limpieza y mi cuenta. Mande al servicio de habitaciones a la 504 y la 503 la señorita Dominguez seguro agradecerá las toallas extras y algo de cenar.

Indique sujetando con cuidado el brazo de Nathacha y guiandole hasta el ascensor. 

- Claro que si señor Olivera.

Agradeci al recepcionista y seguí nuestro camino. Dentro del ascensor Nathacha se removió completamente incómoda.

- Siento lo de tu camioneta Damien...  yo... pagaré por la limpieza de el asiento y también lo que cause en el lobby
- No tienes que preocuparte por mi camioneta ni por la limpieza del lobby Nathacha. No hay ningún problema.

Respondí tranquilo pero sin mirarla. No quería que se sintiera peor de lo que ya se sentía.
Cuándo el ascensor llegó a nuestro piso ella no se movió de su lugar. La mire preocupado para encontrarme con su rostro completamente compungido y eso me lleno de curiosidad. 

- Que ocurre?

Pregunte sin entender porqué no se movía.

- Si doy un paso sobre esa blanca alfombra de seguro quedará arruinada. Mis deportivas...

Se miró los pies y seguí la dirección de sus ojos notando por fin a que se refería. Sus deportivas estaban llenas de pintura y aún chorreando.
Analice la situación solo un par de segundos y decidí que tenía razón, pero también encontré la solución.

- Yo me encargo.

Dije volviendo a pararme junto a ella.

- Que...? 

En menos de un parpadeo estaba  levantandola en mis brazos para cargar con ella hasta mi habitación. Por instinto Nathacha envolvió  sus brazos alrededor de mi cuello para sujetarse y no caer, aunque yo no  dejaría que eso ocurriera. 
Salí con ella así en mis brazos del ascensor y caminé los pasos  que nos separaban de mi habitación. 
Pero me encontré en una encrucijada cuando me di cuenta que no podría abrir la puerta mientras la cargaba, si la soltaba sería en vano lo echo para no manchar la blanca alfombra.

- Crees que puedes tomar la llave del bolsillo derecho de mi chaqueta y abrir desde esta altura?

Pregunte intentando no reírme de la situación. Tenia muy claro que mi ropa también estaba arruinada  a causa de la pintura. 
Nathacha me miró confundida primero y luego notó mi intento inútil de contener la risa.

- Te divierte no?

Pregunto entre molesta y divertida, ese brillo en sus ojos verdes lo había visto mucho durante el almuerzo, específicamente cada que sonreía. 
Me encogi de hombros sin soltarla, que más podía hacer. Toda la situación era casi que ridícula.

- Tienes que admitir que te ves muy.... colorida...

Respondí  haciéndola sonreír tímidamente en un principio y solo dos o tres segundos después soltó la risa. Una risa que hizo vibrar todo mi cuerpo.  Pero tenía que reconocer que tenía una risa muy atrayente... 
Nathacha tomo la llave del bolsillo de mi chaqueta y aunque estaba en una posición  algo incómoda abrió la puerta. Ingresamos los dos entre risas...
La lleve directa al baño y la pare frente al espejo. Sus ojos recorrieron la imagen frente a ella.

- Pareces el arcoíris...

Dije sin dejar de verle a detalle.  Ella no respondió, solo siguió viendo su reflejo en el espejo.

- Debes creer que soy una niña tonta que no sabe defenderse de una estupida broma...

Susurro con voz apagada.
Eso no era lo que estaba pensando... 

- No creo eso Nathacha.

Respondi acercándome de nuevo ella.  Tal vez sería bueno hacerla hablar de lo ocurrido, aunque en un principio no pensara así.

- Yo si lo creo. Esto... ya ha pasado todos los límites.
- Puedes interponer una queja por acoso estudiantil, denunciarles por bulling...
- No puedo Damien... si lo hago mi padre intervendrá... me hará regresar a París, volver a casa....
- El te protegería Nathacha, eso no es algo malo.
- Pero de que serviría el haber soportado tanto? Solo me faltan ocho meses para obtener mi maestría, estoy a solo un paso de alcanzar mis metas y luego planeaba quedarme a trabajar en el hospital infantil de Londres... Todo este lío por una estupida apuesta!!

Soltó  dejando salir un llanto ahogado y dejándose caer de rodillas en el piso del baño. 
Una apuesta? De que diantres estaba hablando?

- Nathacha no entiendo nada, de que apuesta estas hablando?

Pregunte acercándome y levantándola del maldito piso. Ella no tenía que verse así de derrotada, no cuando no había echo nada malo.
Ella no habló,  solo me dejó envolverla  entre mis brazos y abrazarla mientras la angustia la tenía echa su presa. 
No dije nada, solo me concentre en sostenerle en ese momento bajo. 
Cuando su llanto se calmó un poco opté por hacerla tomar la ducha que le hacía falta. Abrí la llave del agua caliente en silencio y le alcancé del armario una gruesa bata de algodón  blanco. 

- Será mejor que te duches para quitarte esos colores y vuelvas a parecer una persona en lugar de un avatar muy colorido.

Susurre limpiando sus coloridas mejillas y bajo sus ojos. 
Instintivamente bese su frente y salí del baño antes de perder el control de mi mismo y presionarla  para que me explicara de que se trataba esa dichosa apuesta que había mencionado.

- Pediré que suban aquí la cena. Algo en especial que se te antoje?

Pregunte, Nat sonrió para mi y respondio muy segura.

- Pizza con ananá y aceitunas. 

Pidio como si fuera una niña, lo que me hizo reír con fuerza y con tal de hacerle sentir mejor le conseguiría lo que ella deseara...

A fuego lentoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora