capitulo 39

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                           Damien

Mi lengua se enterro en el interior de esa boca y sabia que estaba por demás perdido en su dulce sabor, sentía el latir desbocado de mi corazón, mis manos la recorrían descaradas y las suyas aferraban mi cabello tirando de el dejándome sentir cuán ansiosa la ponía solo con mi boca.  La adoraba, adoraba cada rincón de ella y cada segundo la adoraba mucho más.
Mis dedos apretaron ese sexy trasero pegándo su pelvis a mi necesitada erección para que sintiera lo necesitado que estaba de ella.  Pero sabía que tenía que detenerme aunque no quisiera...
Lentamente fui deteniendo ese beso y sosegando la ansiedad que ambos sentíamos por tocarnos y saborearnos.
Una muy suave llovizna caía sobre nosotros y lo que menos queria era que mi esposa pescara un resfriado.

- Será mejor que nos vallamos preciosa, no quiero perder la reserva para cenar.

Indique tomándola por las caderas y bajandola del capó para poder seguir camino.

- Yo...
- Tu eres la mujer perfecta Nathacha.

Le interrumpi evitando que dijera nada.  La ayude a subir a la camioneta y antes de cerrar la puerta del copiloto volvi a adueñarme  de sus dulces labios. Ella rápido respondió a mi exigente boca, sus delicadas uñas se enterraron en la piel expuesta se mi cuello y yo gruñi sobre sus labios totalmente excitado.  Culmine ese pasional beso porque sabia que si no me detenía ahora no podría controlarme y tenía planes para nosotros esta noche.
Cuando la tuve con la respiración entrecortada y los labios esos tentadores muy rojos e hinchados me aparte de ella y cerré su puerta sonriendo relajado. Rodee el vehículo subiendo a mi sitio frente al volante para seguir. Gire la llave para encender el motor y ponernos nuevamente en marcha. El silencio se me hacía muy pesado, pero lo prefería antes de discutir con ella. Sabia que teníamos que hablar y lo haríamos, pero lo haríamos hasta que estuviéramos los dos en el restaurante y con la cena servida. Estábamos como a cinco minutos de nuestro destino cuando la suave y baja voz de mi esposa se hizo audible para mi captando mi atención.

- Siento haberte golpeado Damien...

Susurro sin mirarme. No dije nada, mis ojos la vieron solo un par de segundos antes de volver la vista  frente. Pero aunque intente ocultarla de ella una pequeña sonrisa se plasmo  en mi cara.

- Hablaremos de eso en unos minutos más Nathacha.  Tenemos algunas cosas que aclarar y creo que es mejor que lo hagamos antes de seguir adelante con toda esta locura.

Solté. Note como se removió incómoda en su asiento pero no dijo una palabra ms, solo se dedicó a jugar con su anillo de matrimonio. Tendría que haberle dado un anillo de compromiso, proponerle matrimonio de alguna forma especial para que ella recordara cada día de su vida cuán importante era para mí. Eso me hizo sentir culpable, Nathacha creía en razones equivocadas de porque le había pedido casarse conmigo. Tenia que enamorarla, hacerle saber cuanto la amaba y cuan importante era ella para mi. No podía dejar que creyera por mucho más tiempo  que no estaba por completo enamorado de ella. 
Al llegar estacione mecánicamente la camioneta en el parqueo y apague el motor. Baje con movimientos firmes y seguros para rodear la camioneta y ayudarle a ella a bajar, pero al tomar su pequeña mano en la mía y sentir ese casi imperceptible temblor no pude contener mis palabras.

- Cásate conmigo Nathacha Dominguez...

Sus ojos rápidamente me vieron confundidos y sorprendidos, no lograba entender lo que yo intentaba mostrarle y la entendía.

- Pero... pero ya es...estamos casados y...
- No.

La interrumpi tomando entre mis manos su delicado y confundido rostro. Mis ojos se mantuvieron fijos en los suyos y sentí como mi corazón golpeaba fuerte dentro de mi pecho.

A fuego lentoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora