❝COMENZAR DESDE CERO ERA DÍFICIL PARA MUCHOS PERO, ¿SIENDO UN BLAIR? MÁS FÁCIL QUE DECIR QUIDDITCH.❞
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CAPÍTULO SESENTA Y OCHO
EL COMIENZO DE UNA NUEVA VIDA
—¡VAMOS, ARES, ME MUERO DE HAMBRE!—Exclamó una voz fuera de la habitación del chico mencionado, mientras que este terminaba de colocarse sus botas, dirigiendo sus ojos esmeraldas a la puerta de su habitación, notando cómo se trataba de uno de sus nuevos amigos en Durmstrang.
—¡Ya voy, Jason, espera!—Le respondió él chico Riddle, del mismo modo, notando cómo sus botas ya estaban bien puestas, antes de caminar hacía la puerta de su habitación para quitarle el seguro, antes de abrir esta para así poder observar cómo un apuesto chico de cabellos rubios se encontraba frente a el, esperándolo.—Ya estoy listo.
—Al fin.—Dijo un chico de cabellos oscuros, quién se encontraba recargado en la pared que estaba frente a la puerta de su amigo, provocando que Ares dirigiera su atención a Kai, antes de cerrar la puerta de su habitación, para así poder caminar hacía las escaleras con su par de amigos junto a él.—Amigo, tardas demasiado en cambiarte.
—Mi cabello es que el me da pelea.—Respondió Ares, soltando una pequeña risa ante aquellas palabras.
—Escuché a algunos de Olsson que irán a patinar, ya que el lago estaba congelado.—Dijo Jason, con una pequeña sonrisa en el rostro.—¿Qué dicen? ¿Quieren ir?
—Por mi está bien.—Dijo Ares, al mismo tiempo en que Kai asentía.
—Perfecto.—Respondió, dedicándole una sonrisa a sus amigos.
Ares le regresó aquel gesto a su amigo, comenzando a bajar las escaleras; Habían pasado casi cuatro meses desde que Ares había llegado a Durmstrang, estando a un par de semanas para poder finalizar sus clases antes de irse a sus respectivas casas para poder pasar navidad con sus familias. En el tiempo en que él chico Riddle se había adaptado a su nueva vida, no le pareció tan malo cómo este creía.
Al principio, si, era completamente frustrante que las personas murmuran cada vez que pasaba cerca de ellos, sin importarle si estaba con o sin sus amigos. Muchos de los estudiantes ni siquiera lo dejaban descansar un momento de sus largas conversaciones, aún así, se las arregló para estar cómodo en aquella fría escuela. Dicha escuela, a pesar de no ser tan enorme cómo Hogwarts, tenía lo suyo:
Contaba con más de noventa escaleras, algunas tan amplias que Ares no se sorprendía de las enormes cantidades de estudiantes que cruzaban estás, algunas de estás también solían moverse de un lado a otro, cómo en Hogwarts, aunque no todas eran capaces de hacerlo. Al principio le fue algo difícil recordar dónde se encontraban todas sus clases pero, con el tiempo, memorizó cada una de las ubicaciones de sus salones. Durmstrang no tenía tantos fantasmas cómo Hogwarts, aunque si había uno que otro que le encantaba jugarle bromas a los estudiantes, aunque más a los de Olsson. Ares, en vez de sentirse horrorizado al ver cómo un fantasma atravesará las paredes para asustar a algún estudiante, se burlaba a de las caras que estos ponían.
